Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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Inteligencia política

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Hay expresiones que se ponen de moda sin saber muy bien por qué. Últimamente les ha dado a todos por decir que hay que aplicar inteligencia política. Pensábamos que lo último era la inteligencia emocional, pero al parecer también está la política.

¿En qué debe consistir? Debe ser un tipo de actividad cerebral distinta a la que todos nosotros usamos, porque de lo contrario no hubiera hecho falta definirla. Hasta ahora teníamos la inteligencia lingüística, la matemática, la espacial, la cinestésica, además de otras con nombres un poco raros, pero todas ellas hacen referencia a habilidades que los humanos solemos tener en mayor o menor medida. Cada una de estas inteligencias se encuentra en una parte del cerebro (a veces en varias al mismo tiempo) y los científicos las estudian poniendo electrodos para observar, en una pantalla con colores muy vistosos, qué zonas cerebrales se activan.

Hasta donde yo sé, ningún neurobiólogo ha hablado todavía de la inteligencia política. Pero si lo dicen Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Quim Torra es que debe existir, porque ellos nunca dirían nada que no estuviera científicamente confirmado.

Propongo que a
los políticos les 
estudien, a fondo,
el cerebro. ¿Y si 
descubrimos 
que lo tienen 
muy parecido?

Propongo, pues, que a los políticos les estudien el cerebro en profundidad. Se les hace pasar a todos a una habitación blanca y se les rapa un poco de pelo (los que lo tengan) para engancharles ahí unos cables con detectores muy sensibles. Entonces, se les pide que piensen intensamente, que cierren los ojos y reflexionen en los problemas del país. De este modo descubriremos en qué hemisferio se encuentra la inteligencia política.

Junto a nuestros representantes públicos, unos científicos miran el monitor para ver qué parte de su materia gris se activa. Es muy bonito ver esas cosas, porque aparece siempre en la pantalla una zona coloreada en amarillo que parpadea con mucha gracia. ¿Se le iluminará la misma zona a Carles Puigdemont que a Pablo Casado? ¿Y en la misma intensidad? ¿Y si descubrimos que tienen cerebros muy parecidos? Eso sería todo un hallazgo.

El estudio ha de durar varios meses, porque las cosas científicas requieren tiempo y se puede llegar a conclusiones de forma precipitada. Tal vez medio año con los cables puestos podría arrojar algo de luz acerca de qué diablos es la inteligencia política.

Yo no soy experto en el cerebro, pero algo me dice que, tras todos esos experimentos, no se descubrirá nada. Sin duda lo más práctico sería que les hicieran un test de inteligencia de los de toda la vida, con series numéricas y figuras geométricas para ver si son capaces de averiguar cuál es la que va a continuación. Y si no dan un resultado muy alto, no pasa nada; tampoco pretendemos que nuestros políticos sean Albert Einstein. Nos basta simplemente con que no nos tomen el pelo usando expresiones como «inteligencia política» que no significan absolutamente nada.