Es la infancia, estúpidos

¿De qué se ríen, señores diputados del Congreso? ¿Cómo se explica que sean incapaces de estarse sentados en sus puestos escuchando atentamente a sus compañeros? ¿Cómo puede ser que entren y salgan de la sala cuando quien habla no les interesa? Que se comporten como si estuvieran en un café. Que pierdan el tiempo tuiteando las primeras imbecilidades que les pasan por la cabeza. Ustedes tienen un trabajo que sus electores les han encargado a través de su voto, que es el de solucionar los problemas de la ciudadanía. Si fueran realmente conscientes de la gravedad de la situación, ni por casualidad esbozarían una sonrisa, se comportarían como quien está frente a una catástrofe de grandes dimensiones. Pero no, ustedes solo están pendientes de rebatir los discursos de sus adversarios con argumentos infantiles del tipo «y tú más» y ríen y aplauden sin vergüenza cuando creen que los suyos han ganado. ¿Qué han ganado, señores diputados? ¿De qué se ríen?

¿Ya ha olvidado Soraya Sáenz de Santamaría el drama que tanto la emocionaba solo hace unas semanas con sus esforzadas lágrimas? Pues por si no lo recuerdan les diré que no tienen motivos para reír ni para aplaudir, a menos que los niños de este país no les importen en absoluto, a menos que no sepan que la infancia es un periodo corto que marca el resto de nuestra existencia, que cuidar a los niños y las niñas es cuidar a sus familias, sus maestros, sus monitores, sus abuelos pensionistas y toda la sociedad, que les ha de ofrecer las condiciones para desarrollarse y convertirse en las mejores personas posibles. Ya nacen menos niños desde que hay crisis y ustedes siguen riendo. Hay niños que no cenan y ustedes ríen. Hay muchos que sufren en sus propias carnes las consecuencias de esta estafa, pero el Congreso se ríe de lo lindo. La infancia está en tiempo de descuento y ustedes aplauden satisfechos.