De imputa madre

JORDI ÉVOLE

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Si fuera ladrón profesional, estaría preocupado. Me sorprende que nadie haya denunciado aún el enorme intrusismo laboral que sufre este sector. Seguro que muchos ladrones se sienten totalmente desarmados, sin saber qué hacer con su futuro, víctimas de una reconversión que les ha pillado por sorpresa.

Seguro que más de uno no descarta reciclarse y estudiar Ciencias Políticas. La política puede ser un escondite ideal para iniciar una nueva vida, llena de maravillosos delitos. Y con fabulosas ventajas. ¿Tú has visto alguna vez a un político en una rueda de reconocimiento? No me imagino a un poli tras un cristal, con un micro y soltando esto a un político: «Usted, el número 1, dé un paso al frente... Ahora, póngase de perfil... Y, ahora, póngase de espaldas... a la realidad». Bueno, esto último sí que me lo imagino. Lo bordaría, por supuesto.

Pues si te haces político, estoy convencido de que nunca más van a ponerte en una de esas ruedas por ser un sospechoso habitual. Y si eres sospechoso de alguna cosa, te llamarán imputado. Es una palabra que casi nadie sabe lo que significa, pero que infunde respeto. Y el respeto da categoría. En cambio, ¿qué categoría tiene que te llamen mangui? Ninguna. Eres un pelagatos. Un mangui, por mucho que también esté imputado por algo, siempre será un mangui. Ni tan siquiera lo consideraremos un presunto mangui. Será un mangui, sin más, un don nadie.

Por el contrario, si dicen que eres un imputado por cohecho, la cosa cambia. Suena a título universitario, casi a licenciado en la Facultad de Derecho.

Es más, si eres un mangui y te imputan algún delito, tú no vas a convocar una rueda de prensa para anunciar que dimites de tus otros 117 trabajos pero que vas a seguir currando en lo que sacas más tajada. Porque a lo mejor hasta los políticos lo ven como una tomadura de pelo.

Sin preguntas

Ahora bien, si eres político, eso lo puedes hacer tranquilamente. Puedes largar que dejas tus cargos en el partido, pero que sigues como diputado. O que sigues como diputado, pero delegas tus funciones en el partido. O incluso puedes largar que dimites como padre, pero que sigues como diputado. Da igual. Para que el discurso quede redondo, y se note que eres un político moderno, te recomiendo que en la rueda de prensa no admitas preguntas. Es una manera muy elegante de despreciar a la sociedad y a su intermediario, el periodista. Pero no pasa nada: la sociedad no se quejará y los periodistas solo se quejarán.

Pese a todo, también hay políticos honestos. Sin lugar a dudas. No admitir eso sería hacer populismo. El mismo populismo que practican los gobernantes que incumplen sus promesas electorales y después tachan de populistas a los que defienden políticas alternativas. El mismo populismo practicado por los partidos que, cuando son oposición, afirman que existen alternativas pero, cuando están en el poder, ni las aplican ni dimiten. Y nos mangan la ilusión. Son manguis.