La rueda

(Imposibles) quinielas veraniegas

ENRIC MARÍN

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Pasado el primer impacto del terremoto provocado por la confesión de Jordi Pujol, vivimos un paréntesis de quietud antes de la entrada en un nuevo curso de altísimo voltaje político. Tiempo de espera en el que no es sorprendente que proliferen pronósticos sobre los posibles escenarios que se pueden abrir o cerrar entre septiembre y diciembre de este 2014. Las dos fechas que marcan el calendario son el 11 de septiembre y el 9 de noviembre. En cuanto a la Diada, las especulaciones giran en torno a saber si el soberanismo mostrará la misma capacidad de convocatoria de los años anteriores. Y en caso negativo, si esto sería la muestra de que, finalmente, baja el suflé independentista. El indicador sería el ritmo de inscripciones para participar en la concentración programada. Y en cuanto al 9-N, las cábalas giran en torno a los efectos de una eventual prohibición de la consulta y la existencia o no de un plan B. Se trata, sobre todo, de saber si esta anunciada obstaculización provocaría una ruptura del bloque parlamentario que la avala y la impulsa.

Hay que reconocer, sin embargo, que los cronistas tenemos una dificultad extraordinaria para poder dibujar escenarios de futuro y hacer pronósticos. Dificultad provocada por la mutación acelerada de los referentes de la política catalana y la novedad radical de las situaciones que se van presentando. Cara al último cuatrimestre de este año solo tenemos algunas certezas. En cuanto al 11-S, que su sentido está determinado por la localización barcelonesa y por el 9-N. Once del nueve y nueve del once forman un mismo paquete. Y en cuanto a los escenarios derivados del desenlace del 9-N, que la suerte del proceso político catalán está vinculada al mantenimiento de la transversalidad y unidad de acción del movimiento soberanista. Seguro que el president Mas lo sabe.