La rueda

Igualar a la baja

Es una lástima que la sociedad no aproveche más el potencial de sus mejores individuos

NAJAT EL HACHMI

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Jaume Barberà trató el otro día con el doctor Javier Berché, su principal entrevistado en el programa Retratos, los problemas de las personas con altas capacidades, más conocidas como superdotadas. Esta última palabra provoca una cierta angustia porque el prefijo súper siempre denota superioridad, una superioridad incómoda para quien recibe la etiqueta no solo porque sube automáticamente el listón de las expectativas que debe cumplir sino porque puede suponer un cierto distanciamiento de los demás y, por tanto, desembocar en la soledad.

Por eso yo prefiero la palabra inglesa gifted giftedque implica la suerte de haber sido bendecido con un don, unas capacidades que tienen muy pocas personas. Pero tal como le dice al mismo Barberà un profesor especializado en alumnos de este tipo, la inteligencia no es un número de un test sino lo que haces de estas capacidades, cómo las desarrollas. La pregunta que nos debemos hacer es: ¿está nuestro sistema pensado para aflorar estos alumnos y atenderlos de la manera adecuada? Alguien puede pensar que ser muy inteligente no debe ser problema, que si vas sobrado no has de quejarte, pero en la práctica es tan discriminatorio no atender al que va más deprisa como no hacerlo con el que va más lento.

Ensenyament ha establecido hace poco un protocolo de detección de este alumnado, pero como con otras cuestiones, una vez detectados hay poco que hacer porque no hay recursos ni para personal docente especializado ni para adaptaciones curriculares. A la pregunta de por qué no se hace más caso a los niños y jóvenes de este tipo, el doctor responde bien claro: los superdotados no dan votos. Más aún si han podido cultivar su inteligencia y detectan a la primera las trampas en que vivimos cada día. Una lástima que una sociedad no explote más el potencial de sus mejores individuos. Por muy elitista que esto pueda sonar.