Horror al horror

Desembarco de náufragos rescatados en el puerto griego de Kalamata.

Desembarco de náufragos rescatados en el puerto griego de Kalamata.

XAVIER BRU DE SALA

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No somos lo bastante conscientes del cambio de paradigma. En cuatro o cinco generaciones, los europeos hemos pasado de asistir a las ejecuciones públicas como si se tratara de una fiesta a experimentar una insoportable sensación de horror ante el horror. Mucho más allá de lo que pretendía decir Sartre, el infierno son los otros. Yo, y por extensión el nosotros de buena parte de las mesocracias occidentales biempensantes, vivimos, o procuramos vivir de una manera decente, sin hacer daño a nadie, combatimos los impulsos egoístas, nos tragamos el orgullo para pedir disculpas, y una vez aprobado el primer examen, las pedimos a diestro y siniestro. Nos podemos llegar a considerar, en fin, poca cosa, incluso una mierda, pero una mierda no culpable. El horror, el sufrimiento cotidiano de tantos millones de seres humanos, es cosa de los hijosdeputa que gobiernan el mundo, de los poderosos que manipulan las democracias.

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Los humanos nos dividimos en tres categorías: las víctimas, los culpables, y los inocentes, que somos nosotros, los partidarios del bien, los que sentimos horror al horror, los que (volvemos a Sartre) veneramos la náusea como antídoto del mal. Esto no lo podemos asumir. Ya no se trata de buscar las causas sino de desentenderse. De la lucidez analítica de Chomsky a los contadores de muertos. Bauman certifica la parálisis de todo movimiento social.

Según Primo Levi, los alemanes eran culpables de no querer saber, y esto les hacía cómplices del nazismo. Nosotros lo sabemos, vemos las fotos de los niños muertos en los naufragios, los crímenes contra la humanidad en Oriente Próximo. ¿Cómo reaccionamos? Horror ante el horror. Sobre todo, nada de sospechar que este es el precio de nuestro bienestar. No hay nada más tranquilizador que exportar el mal. La infantilización de los buenos, que somos unos cuantos millones, es la coartada perfecta. En países más avanzados que el nuestro justifica incluso que los inocentes voten a la extrema derecha. El horror al horror nos conducirá al horror.