Análisis

La hora, de verdad, de Sánchez

Solo quedará un giro progresista, con apoyo de los nacionalistas. Una especie de contrato de futuro

JAVIER AROCA

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El primer intento ha sido por la derecha y ha fracasado. Correspondía a Rajoy pero el líder de la derecha no ha sido capaz de atraer hacia sí a las derechas menores. Si el presidente en funciones es coherente, con los mismos apoyos que tras el 20-D, no aceptará el eventual encargo del jefe de Estado para solicitar la investidura. Podría ser que lo intentara, pero no sería por valentía sino por el convencimiento de que el miedo, esta vez escénico, forzaría a los socialistas a abstenerse. Sí, el miedo ajeno, porque sus argumentos son fácilmente refutables.

Sostiene Rajoy que necesita un gobierno estable para aprobar techo y presupuestos y aguantar el tipo con la UE. Lo dice él, que no lo ha hecho con mayoría absoluta, presunto multado y seguro reprochado por su incumplimiento. No será ese un argumento sostenible para un acto de responsabilidad de Sánchez. ¿Entonces? Terceras elecciones, repiten salmódicamente los interesados.

Pero, ¿y la vía de la izquierda? Con todo lo que tenemos enfrente, incumplimientos, fracaso de la fórmula austericida, corrupción institucional, recorte de libertades, la verdadera opción de la izquierda es que no gobierne Rajoy. Pero, ¿es esto posible? Aritméticamente, sí.

En el caso hipotético de que hubiera gobierno por la derecha, e incluso por la izquierda, no habrá reforma constitucional. Ni los actores ni las mayorías, señaladamente en el Senado , lo permiten. Así, solo queda un giro progresista, con el apoyo de los nacionalistas, en una suerte de pacto territorial provisional , una especie de contrato de futuro . No sería extraño al sistema español, ya lo probaron con éxito tanto González como Aznar.

Es una opción que, sin duda, otro PSOE sin la toxicidad orgánica que actualmente padece, ya habría intentado. Sin embargo, las aspiraciones y planes ocultos de las telarañas socialistas lo impiden. Es el tiempo de Sánchez. Si puede tomar decisiones que las tome, si no, que dimita y que sea el nuevo PSOE, o quien mande en el socialismo, el que se responsabilice de sus decisiones.