La rueda

Hora de leer

Para reponerse de una jornada tan intensa como Sant Jordi, nada mejor que la lectura silenciosa

NAJAT EL HACHMI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el vacío ensordecedor del tráfico de Sant Jordi, unas palabras que le dijo un chico a su compañera, que insistía en regalarle un libro, me quedaron grabadas: «¿Por qué me quieres comprar otro si todavía no he terminado el del año pasado?». Imaginemos por un momento que esta idea calase, que comenzara a propagarse entre todos los que, no leyendo nunca, reciben un volumen año tras año de la mano de unas mujeres entusiastas que mantienen firme la esperanza de que algún día sus amados se dejarán seducir por fin por el poder de la letra escrita y se convertirán, como ellas, en lectores voraces. Imaginemos por un momento que los que no leen no compran libros ni que los haya escrito la estrella televisiva del momento o el youtuber más visitado. ¿Qué quedaría del Sant Jordi? Pues lo que ya hay el resto del año: escritores con ganas de descubrir qué recepción habrá tenido aquello en lo que han trabajado meses y años y lectores que con un poco de suerte irán a transmitir a los autores la experiencia que les ha supuesto la lectura de sus libros.

Para mí, la lección más valiosa de este día siempre llega cuando acaba. Para reponerme de una jornada tan intensa no conozco remedio más adecuado que disfrutar de la lectura, silenciosa, íntima y cotidiana. Es una manera de recuperar la normalidad y al mismo tiempo el sentido original de esta fiesta, el que es o debería ser su motor principal. En este caso, dos volúmenes muy diferentes me permiten volver a la calma. Uno es Por qué leer los clásicos, lectura de lecturas hecha por Italo Calvino que estimula el deseo por las obras que no hemos probado y nos hace revivir el placer que nos provocaron las que sí pasaron por nuestras manos. El otro libro donde encuentro confort es La resistència íntima, donde Josep Maria Esquirol habla precisamente de «volver a casa». Leer es volver a casa.