AL CONTRATAQUE

Hombres sobre hombres

La homosexualidad sigue siendo un tabú, más para los heterosexuales que para los homosexuales

Pedro Sánchez durante la recepción al presidente de Ucrania.

Pedro Sánchez durante la recepción al presidente de Ucrania. / periodico

Milena Busquets

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Hay muchos signos que delatan la tontería masculina, como hay muchas señales que delatan la femenina. Tal vez uno de los más molestos sea el que consiste en la idea de que un hombre por el mero hecho de ser hombre (y heterosexual) no puede opinar sobre la belleza física de otro hombre.

La semana pasada estaba almorzando con unos amigos y a la hora del café, el único hombre de la reunión nos preguntó, cuando ya todas las conversaciones serias se habían diluido y entre risas apurábamos copas, cigarrillos y chismorreos, si Pedro Sánchez nos parecía atractivo.

-¡Sí! –exclamaron algunas.- Es guapísimo, tan elegante, tan alto, tan formal.

-¡No! –gritamos otras.- No tiene el menor atractivo, tiene pinta de ir al gimnasio, no tiene peligro.

Y una amiga añadió:

Dio una calada al puro y respondió: "Mujer, como comprenderás, yo no puedo opinar. No es mi tema, yo de esto no sé"

-Es mucho más interesante Emmanuel Macron, empezando por la improbable elección de su mujer, en ese matrimonio seguro que ocurren cosas. Incluso Nicolas Sarkozy.- Y para justificarse al ver nuestras miradas de pavor- ¡Es imposible que la gran Carla Buni esté equivocada!

Entonces, dirigiéndome a nuestro amigo, le pregunté: "¿Y a ti qué te parece Pedro Sánchez? ¿Te gusta?"

Se removió incómodo en su sillón, dio una calada al puro y respondió:

-Mujer, como comprenderás, yo no puedo opinar. No es mi tema, yo de esto no sé.

Lo dijo ahogando una falsa risotada que significaba:

-Mujer ¿cómo me preguntas eso? ¿No ves que yo soy un machote de verdad, un auténtico semental al que solo le gustan las mujeres?

Pero que en realidad significaba:

-Mujer, ¿cómo me preguntas eso? ¿No ves que soy un tipo muy inseguro (y un poco bobo, e incluso, si me apuras, un pelín homófobo) y que tengo pavor a que alguien, en algún lugar de la galaxia, pueda pensar ni por un segundo que soy gay o que alguna vez en la vida pudiese sentirme atraído por un hombre?"

Entonces sentí unas ganas enormes de preguntarle a mi amigo: "Y si se tratase de una silla bonita o de una lámpara, ¿tendrías alguna opinión? ¿O como tampoco te apetece hacerle el amor a la lámpara no puedes opinar sobre la calidad de su luz?".

Después de todo, los seres humanos también somos solo una cuestión de luz, hay gente que desprende una luz de mañana de Reyes y hay otra cuya luz ni siquiera es suficiente para leer el prospecto de un jarabe para la tos.

La homosexualidad sigue siendo un tabú, más para los hombres que para las mujeres, más para los hombres heterosexuales que para los hombres homosexuales. No conseguimos que nuestro amigo, por otro lado un hombre sensible e inteligente, nos dijera si Sánchez le parecía guapo o no. Logramos, eso sí, que confesara su aversión por la luz cenital.