IDEAS

El americano impasible

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Ramón de España

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Nadie sabía quién era Harry Dean Stanton (1926-2017) hasta que Sam Shepard le ofreció el papel principal de un guion que había escrito para Wim Wenders y que se convertiría en la emotiva 'París, Texas' (1984). Todo arrancó en una conversación de barra de bar entre el dramaturgo y el actor, cuando éste le dijo que tenía ganas de interpretar a alguien de carne y hueso por primera vez en su vida, alguien dotado de sensibilidad por el que el público consiguiese sentir una inevitable empatía. A partir de ahí, el eterno secundario empezó una segunda vida cinematográfica que concluyó con 'Lucky', una de esas películas en las que no pasa nada y pasa todo, una historia conmovedora sobre un anciano que vive en un poblacho de mala muerte y se pasa el día en casa, viendo concursos televisivos, y en el bar de Elaine, donde siempre se encuentra a los mismos personajes atrabiliarios y varados, como él, en el culo del mundo (a destacar la presencia de David Lynch, que lo incluyó en la tercera temporada de 'Twin Peaks' y en el largometraje 'The Straight story', en el papel de un excéntrico que se pasa toda la trama obsesionado porque se le ha escapado su galápago).

Harry Dean Stanton nunca se permitió una mueca a destiempo. Tal vez porque su presencia y su rostro lo decían todo

La tarde que la vi en el Boliche éramos pocos y de edad entre madura y provecta. Normal. No le vas a pedir a un chaval de 18 años que se interese por la vida de una pandilla de 'frikis' de la América profunda. 'Lucky' es una película para personas mayores y fans de Harry Dean Stanton, que aquí se marca la mejor despedida posible: solo por verle cantar 'Volver, volver' en una fiesta mexicana ya vale la pena pagar la entrada, pues es de esos momentos en los que resulta muy difícil contener el llanto.

Lástima que nunca se estrenara en España el documental de Sophie Huber 'Harry Dean Stanton. Partly fiction' (2013), cuya banda sonora consistía en el viejo cantando sus canciones favoritas -incluyendo la 'Canción mixteca' de 'Paris, Texas'- y que es de esos discos ideales para las mañanitas de domingo. Stanton nunca tuvo una carrera musical, pero le encantaba cantar, cosa que solía hacer en bares cutres de Los Ángeles para compadres y admiradores: tengo una amiga que lo vio actuar una vez y salió muy contenta de la experiencia.

Perteneciente a la escuela Robert Mitchum, convencido, como Mies Van der Rohe, de que menos es más, Harry Dean Stanton nunca se permitió una mueca a destiempo. Tal vez porque su presencia y su rostro lo decían todo.