La economía y la religión

El 'halal', más allá de los estereotipos

La industria alimentaria que respeta los preceptos islámicos tiene un enorme potencial de crecimiento

El 'halal', más allá de los estereotipos_MEDIA_2

El 'halal', más allá de los estereotipos_MEDIA_2

ANWAR ZIBAOUI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La llamada economía islámica se está convirtiendo en un nuevo paradigma. Este fenómeno, que afecta a regiones geográficas y tiene límites culturales, debe abordar grandes retos para integrarse -con componentes como el halal, en especial la alimentación, los viajes y el estilo de vida- en la economía mundial.

Pocos son los países occidentales con leyes que regulan explícitamente las normas de salud e higiene o los rituales adecuados para diferentes confesiones religiosas, como por ejemplo el sacrificio de animales. El halal es, en términos prácticos, una aplicación técnica de normas de origen religioso. De forma similar a lo que les sucede a los judíos con las restricciones kosher en el consumo, a los musulmanes se les permite comer la carne de ciertos animales, pero deben ser sacrificados según procedimientos rituales específicos.

Los principios básicos de lo que es halal (lícito) y lo que es haram (prohibido) son ampliamente conocidos. Para que un producto sea considerado halal no debe incluir, por ejemplo, carne de cerdo o alcohol. Pero más allá de estas restricciones básicas, hay muchas zonas abiertas a la interpretación. La etiqueta kosher del Gran Rabinato es la única aceptable para los consumidores y empresas de religión judía, pero la certificación halal de los musulmanes no está unificada. Hay un problema básico: los numerosos países y tradiciones que abarca el islam difieren en los métodos de sacrificio de los animales. Existen cientos de organismos de certificación halal, con diferentes normas y logotipos. Hay alrededor de 1.600 millones de musulmanes, el 23% de la población mundial, lo que hace del islam la segunda religión más practicada, después del cristianismo.

Aunque muchas personas, especialmente en Estados Unidos y Europa, asocian el islam con Oriente Próximo y el norte de África, el 62% de los musulmanes viven en la región Asia-Pacífico. De hecho, solo en la India y Pakistán ya hay más musulmanes (344 millones de personas) que en todo Oriente Próximo y el norte de África (317 millones). Una oportunidad en términos de mercado, pese a que a menudo eso quede oculto por los estereotipos o el fanatismo.

La certificación halal está regulada en Malasia y en otros países musulmanes en los que las autoridades se pronuncian sobre las cuestiones religiosas como parte de sus funciones. Pero en otros países, en los que los estados se resisten a entrometerse en los asuntos religiosos, la definición de autenticidad se deja a las propias empresas y certificadores privados. Se calcula que el número total de certificados halal reconocidos con rango global está entre 120 y 200. Pero con el aumento espectacular de la población musulmana en toda Europa y el auge del gran negocio mundial de bienes y productos con certificación religiosa aprobada, la cuestión de cómo regularlos se hace cada vez más urgente.

Además, entre tantas etiquetas puede ser difícil detectar los productos fraudulentos. Si el consumidor se entera de que los artículos certificados no son tan puros como dicen ser, deja de comprarlos. Y no olvidemos que la importancia de la etiqueta halal se extiende más allá de los alimentos: incluye de todo, desde banca, seguros y otros servicios financieros hasta hoteles y productos cosméticos y farmacéuticos.

La industria halal está valorada en 2,5 billones de dólares, de los que más del 50% se deben a la alimentación, y las ventas de sus productos en todo el mundo han tenido un crecimiento espectacular. A la cabeza de este consumo se encuentran Indonesia, Turquía y Pakistán, con 197.000, 100.000 y 93.000 millones de dólares, respectivamente. Asia es el continente más importante para esta industria, con el 64% del total. En Europa, las ventas anuales son de 100.000 millones de dólares.

El 'halal' representa el 16% del mercado mundial de alimentos. Australia, Brasil, Nueva Zelanda y otros países exportadores de carne se han beneficiado mucho de este tipo de comercio. Malasia es uno de los centros referencia del halal. Dubái se perfila como el centro para el comercio islámico en Oriente Próximo, y Londres, en la plataforma mundial. Las empresas internacionales de alimentación y bebidas, así como las grandes cadenas de comida rápida, no son indiferentes a un mercado que crece y crecerá un 35% anual hasta el 2030. Algunas grandes marcas muy conocidas tienen el 20% de sus fábricas o productos en clave halal.

La industria halal precisa unificar las etiquetas y la certificación mundial de productos. Eso ayudaría a su expansión en vastos mercados. No se puede desdeñar su enorme potencial de consumo, una gran oportunidad para relanzar el sector agropecuario catalán y español y su reorientación hacia estos productos. Para muchas empresas, los beneficios pueden ser mayores que la inacción. Experto en temas árabes y mediterráneos.