EN CLAVE EUROPEA

Hacia otro pulso Londres-UE

ELISEO OLIVERAS

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La victoria en las elecciones británicas del primer ministro conservador, David Cameron, y su prometido referéndum en el 2017 sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) generará durante los próximos 24 meses un nuevo y potencialmente explosivo pulso con sus socios europeos.

Las negociaciones que iniciará el Gobierno británico para «modificar su relación con la UE» envenenarán el ya enrarecido clima entre los Veintiocho, acentuarán las divisiones europeas y alimentarán a los movimientos antieuropeístas que proliferan en numerosos estados.

Estas negociaciones distraerán la atención de los líderes europeos de otras prioridades más importantes, como resolver la crisis griega, fortalecer la capacidad de crecimiento económico, impulsar la creación de empleo de calidad, proteger el modelo social europeo, afrontar la crisis migratoria y garantizar la seguridad de la UE con la estabilización de los países vecinos (Ucrania, Libia y Siria) y el freno al yihadismo.

Cameron se ha mostrado hasta ahora vago sobre las concesiones que pretende obtener de sus socios para presentar ante su electorado euroescéptico como un triunfo que justifique un voto a favor de la continuidad del Reino Unido en la UE.

Cameron se ha referido a renacionalizar algunas políticas europeas, garantizar que no queda relegado a un papel de segunda clase por no pertenecer al euro, frenar la inmigración de personas procedentes de otros países de la UE, dar más peso a los parlamentos nacionales en las decisiones europeas y reorientar la legislación europea para que sea «más amistosa para las empresas», es decir con menos derechos y protección para ciudadanos y trabajadores y con menos exigencias y condiciones para las empresas.

El presidente de la Comisión Europea, el conservador luxemburgués, Jean-Claude Juncker, se ha declarado dispuesto a «reunirse con rapidez» con Cameron para abordar sus demandas. Pero la Comisión Europea ya ha advertido que la libertad de circulación y residencia de los ciudadanos europeos es «innegociable». El presidente de la UE, el conservador polaco Donald Tusk, se ha ofrecido también para «ayudar». Pero una modificación del Tratado de la UE ha sido excluida por la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, dada la imposibilidad de asegurar su ratificación en Francia.

El Reino Unido ya tiene actualmente un estatuto de socio especial recalcitrante y se ha autoexcluido de muchas de las políticas europeas, como el euro, el espacio sin fronteras internas de Schengen, la cooperación económica y la unión bancaria, la cooperación policial y judicial, la carta de derechos fundamentales y la carta social europea.

SALIDA POR ACCIDENTE

El envite político de Cameron, que toma al resto de la UE como rehén de los intereses electorales de los conservadores británicos, puede conducir a la salida accidental del Reino Unido de la UE, pese a que Cameron, la patronal y la 'City' financiera defiendan la permanencia en la UE. Un referéndum a mitad del periodo legislativo es una tentación para votar simplemente contra el Gobierno. Y aunque en las elecciones el antieuropeo UKIP haya fracasado debido al sistema electoral británico de pequeñas circunscripciones, un referéndum es una votación global de circunscripción única donde no se pierde ningún voto y el UKIP ya demostró su fuerza en este tipo de votaciones cuando arrasó en las elecciones europeas del 2014.

La salida de la UE podría costar al Reino Unido una pérdida del producto interior bruto (PIB) per cápita entre el 0,6% y el 14%, en función del nivel de aislamiento y desvinculación británica del mercado europeo, según el estudio que acaban de elaborar Bertlesman y el instituto alemán Ifo.

Por el contrario, el impacto negativo en la mayoría de países de la UE sería modesto, aunque los principales países, incluida España, deberían incrementar sustancialmente su aportación al presupuesto europeo y la UE se vería debilitada en su conjunto, según el citado estudio. La incógnita es hasta dónde los líderes europeos estarán dispuestos a debilitar la propia UE para evitar la salida del Reino Unido.