Hacer la estatua

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JORDI PUNTÍ

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Qué largas se hacen las semanas sin liga de futbol, sobre todo cuando los partidos de la selección española no alivian la abstinencia, sino que la empeoran. Uno acaba siguiendo la Segunda División como si fuera la Champions, y se entusiasma con ese Girona que ya tiene un pie en Primera, pero no es suficiente. Como me falta la distracción cotidiana del juego, y me aburren las conspiraciones en los despachos, sigo acordándome de los detalles del homenaje a Johan Cruyff. Pasan los días y las decisiones tomadas por la directiva van perdiendo el brillo de la novedad y toman un aspecto más realista, quizá más inconveniente.

Primero está el asunto de la calle, la petición de sustituir el nombre de Arístides Maillol por el de Johan Cruyff. Ha faltado tiempo para que, en las tertulias deportivas, salieran los que hacen bandera de su incultura general y cuestionaran quien era ese tal Arístides en comparación con el gran holandés. Entretanto, en el otro bando, los defensores del escultor ponían el grito en el cielo porque una figura tan notable de la Catalunya Nord pierda definitivamente su escasa presencia en esta ciudad que toma el nombre del FC Barcelona. Así, el escritor Quim Monzó, quien tiene un estudio en la zona, proponía otra solución: que el damnificado sea el cardenal Reig. Entre un cardenal y un escultor, nuestro ayuntamiento progresista escogerá siempre la solución laica.

UN ASUNTO DE ESCULTORES

Como el asunto va de escultores, la siguiente propuesta del FC Barcelona se nos antoja aun más frágil: la figura dedicada a Johan Cruyff que debería levantarse junto a la puerta 14 del estadio. Todo el mundo sabe que las esculturas realistas las esculpe el diablo. Ya no quedan maestros como Arístides Maillol, con calle o sin ella, por eso hoy en día la mayoría de esculturas son abstractas o de estilo digamos que aproximativo. Esta misma semana se ha conocido el busto de Cristiano Ronaldo en Madeira, su tierra natal. ¿Lo han visto? El jugador del Real Madrid ha dicho que le gusta, pero esos ojos brillantes y la sonrisa ladeada nos hacen pensar que ciertamente la estatua no ha pasado el control antidopaje. La estatua o el artista. Es esa misma sensación de cuando uno visita el Museo de Cera y poco a poco se da cuenta de que PicassoJordi Pujol y la reina de Inglaterra tienen un aire de familia, solo porque comparten una redondez mofletuda.

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Más allá del rostro, otro de los problemas de las estatuas de futbolistas es cómo representar al jugador. ¿Celebrando un gol, chutando, posando para una foto? En Doha, no es broma, tienen una estatua de cinco metros de altura que reproduce el cabezazo de Zidane a Materazzi en la final del Mundial 2006. La realizó el artista Adel Abdessemed y no parece una mala solución: en lugar de fijarnos en sus caras, nos atrae el movimiento, el instante que pasará a la historia. Si es absolutamente imprescindible que tenga una estatua, pues, ¿cómo habría que reproducir a Cruyff? ¿Quizá con ese salto de kung-fu para conseguir el célebre gol al Atlético? Para hacerle justicia, yo le esculpiría con su gabardina, junto a la banda, sorbiendo un chupa-chup y haciendo ese gesto de las manos que indicaba el rondo. El título de la pieza: 'Toquen, toquen, peloteros'.