LA CRISIS GRIEGA
La guerra oculta
Las tensas negociaciones del Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el Gobierno griego de izquierdas de Syriza a lo largo de los últimos meses han ido acompañadas de una guerra subterránea por la imagen pública, que están perdiendo el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis.
El Eurogrupo y la troika —Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y FMI— han conseguido transmitir una imagen negativa de los nuevos gobernantes griegos al conjunto de Europa. Asimismo, han hecho recaer sobre sus espaldas la responsabilidad del fracaso de las negociaciones, pese a que la troika apenas ha cedido nada. La vehemencia de Tsipras y Varoufakis y su apuesta excesiva a que sus socios no se atreverían a dejar caer a Grecia por el riesgo que implicaba para la eurozona han facilitado esa tarea. Las denuncias de «chantaje» de Tsipras solo encuentran eco en Grecia.
Las contrapropuestas griegas de última hora tampoco han mejorado la imagen del Gobierno de Syriza y han reforzado la visión transmitida desde el Eurogrupo de que actúa con improvisación 'amateur'.
«Me he sentido traicionado», aseguró el lunes el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, después de que el Gobierno griego convocara el referéndum sobre los nuevos duros ajustes exigidos a cambio de seguir prestando dinero a Grecia para que pudiera continuar pagando sus deudas al FMI, a la eurozona y al BCE hasta noviembre.
Juncker, sin embargo, nunca ha considerado una traición que, bajo su mandanto como primer ministro, Luxemburgo suscribiera multitud de acuerdos con empresas griegas y multinacionales, como Coca-Cola, para evadir su tributación en Grecia, como reveló la investigación de Luxleaks. Holanda, que preside el Eurogrupo, tiene otro sistema que también fomenta la evasión fiscal de las empresas en Grecia.
La última oferta de la troika ha sido calificada por la cancillera alemana, Angela Merkel, de «generosa». Pero ese plan ha sido criticado por dureza por multitud de economistas, incluso por neoliberales como Jeffrey Sachs, porque agudizará la crisis griega y el empobrecimiento de la población. Como resumió el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, era una oferta que Tsipras «no podía aceptar» y que, en su opinión, se formuló precisamente para forzar la caída del Gobierno de Syriza.
Tsipras y Varoufakis pecaron de ingenuos al pensar que podrían introducir un debate político sobre la estrategia a seguir en Grecia después del fracaso de los dos rescates sucesivos y conseguir una reestructuración de una deuda impagable.
Merkel y los demás líderes de la Eurozona rechazaron entrar en cualquier debate político y limitaron la discusión en el Eurogrupo a los detalles técnicos de la aplicación de las medidas diseñadas por los funcionarios de la troika y a fijar nuevos recortes como condición sine qua non para recibir los préstamos pendientes del rescate. «El gran error de Tsipras y Varoufakis fue creer que los argumentos económicos podrían prevalecer sobre la ideología», indicó Sony Kappor, profesor de la London School of Economics.
DESCALIFICACIÓN
Después de cada Eurogrupo y cumbre, desde la Comisión Europea y las delegaciones nacionales se filtraban detalles escogidos para presentar a Varoufakis y a Tsipras como intransigentes, alejados de la realidad, poco serios y con una actitud «inaceptable». La propensión de Varoufakis a expresarse muy libremente a través de Twitter ha contribuido a confirmar esa visión interesada.
Desde la victoria de Syriza, el Gobierno griego ha tenido que enfrentarse a una marcada hostilidad del Eurogrupo. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que había prevenido a los griegos de que no lograrían ningún cambio de política europea aunque votaran a Syriza, se ha distinguido por su intransigencia, con el respaldo especial de los dirigentes españoles por su temor electoral a Podemos. El objetivo es mostrar que no se tolerará una política divergente a la de austeridad.
«No sería bueno para Europa que fuéramos demasiado generosos con los griegos», señaló Schäuble en febrero tras un Eurogrupo. Schäuble remachó ayer ante el Parlamento alemán que «este Gobierno griego no ha hecho nada desde que llegó al poder». Y un referéndum sobre unas medidas de ajuste ha sido transformado por el Eurogrupo y la Comisión Europea en un voto para seguir o no en Europa y en el euro.
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