TESTIGO DIRECTO

La guerra de las lluvias heladas

El cadáver de un policía  sirio en el frente de Alepo. Abajo, EL PERIÓDICO del 26 de febrero.

El cadáver de un policía sirio en el frente de Alepo. Abajo, EL PERIÓDICO del 26 de febrero.

POR
MARC
MARGINEDAS

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En las regiones septentrionales de Siria, en invierno, la meteorología es desapacible, y la temperatura desciende a menudo por debajo de los cero grados. Los luminosos días de sol amable que se viven en enero y febrero en los países del norte de África y el golfo Pérsico se transforman, en los alrededores de la ciudad de Idleb, no lejos de la frontera con Turquía, en pesadas jornadas de nubes bajas y lluvias heladas. Los desiertos o llanuras áridas o esteparias, propios de otros estados árabes, ceden paso, en esa región medioriental, a patatales cubiertos de fango y seminundados.

Las salas de estar de todos y cada uno de los hogares están presididas por una enorme estufa de gasóleo, que no solo da calor a quienes en torno a ellas se congregan, sino que hacen las veces de hornillo improvisado para calentar una tetera con agua o café amargo. Y era precisamente en esas recogidas estancias donde, en aquellos cortos días invernales, en los que la revolución, mal armada y organizada, permanecía a la defensiva, a verlas venir, controlando solo el territorio que pisaba, vecinos y lugareños departían en seguridad inquietudes y miedos, organizaban nuevas manifestaciones de protesta y hasta gestionaban incipientes envíos de armas llegados desde el extranjero.

Cuando había suministro de luz, la televisión permanecía encendida, conectada a esos múltiples canales en lengua árabe que emitían desde el exterior y simpatizaban con los rebeldes. Más que difundir información objetiva, lo que aquellas precarias emisiones televisivas de trinchera pretendían era mantener viva la llama revolucionaria y, sobre todo, que no cundiera el desánimo entre los combatientes. Los huéspedes permanecían horas sentados, sorbiendo tal o cual líquido, imaginando cómo sería su país cuando el régimen acabara finalmente por desintegrarse. Con un país paralizado por los combates, muy pocos tenían trabajo al que acudir, e ir de casa en casa parecía ser el único quehacer diario.

Han pasado ya cinco meses de todo aquello. Los enfrentamientos armados continúan en Siria y nadie sabe cuándo llegará la hora de que Bashar y a su entorno familiar cedan el poder de un país que han gobernado durante décadas como una finca particular. Los rebeldes luchan en estos días en las calles de Alepo, la capital comercial del país, para formar una parcela de territorio homogéneo colindante con Turquia en el que establecer, insh Allah (Dios mediante) el embrión de la nueva Siria. Insh Allah....