Violencia machista

Guarras que se 'dejan hacer'

La víctima de la brutal violación de 'La manada' tendrá que demostrar ante el juez y la sociedad que no dio su consentimiento a ser penetrada por cinco hombres

La Manada

La Manada

Olga Grau

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La víctima de la violación de La manada no dijo ‘no’ ni chilló cuando fue acorralada por cinco hombres que le sacaban diez años de edad, obligada a realizarles felaciones a todos, penetrada anal y vaginalmente por varios de ellos, y abandonada en la calle como una perra. La agresión fue grabada por los cinco energúmenos en vídeo para documentar la "hazaña" y poder compartirla por Whatsapp. La víctima ha declarado que no se resistió porque entró en estado de shockO sea, se dejó hacer.

En España una mujer es violada cada ocho horas, más de un millar al año, según las estadísticas del Ministerio del Interior. Pero hay muchas más víctimas que no se atreven a denunciar por vergüenza o por miedo a que no las crean, a que les digan que en verdad ellas lo merecían por guarras o a que fue consentido porque no dijeron que "no". Lamentablemente, la realidad otorga la razón a las que callan. Porque hay que ser muy valiente, mucho, como la chica de los Sanfermines, para enfrentarse con 20 años a un juicio en el que parece que se la juzga a ella en vez de al agresor.

Cuando a alguien le roban el coche, el juez no le pregunta a la víctima si ha presumido demasiado de automóvil ante sus vecinos o si se ha resistido a la sustracción. Pero cuando una mujer es violada con brutalidad y hay evidencias físicas de agresión sexual, a la víctima se le pregunta en el juicio cuándo fue la última vez que mantuvo relaciones sexuales antes de la violación, si fue simpática con el agresor antes, cómo iba vestida, si cerró bien las piernas, si había bebido alcohol o cómo puede ser que vaya arreglada o salga con sus amigas si ha sido violada.

Jueces cómplices

Naciones Unidas define violación como "tener relaciones sexuales sin consentimiento válido". Y es en el tema del consentimiento, además de en la vida privada de la víctima, donde se agarran las defensas de los agresores ante la complicidad de jueces que claramente no están preparados para juzgar este tipo de delitos por sus propios prejuicios machistas (también en el caso de magistradas) y por falta de formación.

Así, abundan las sentencias en las se absuelven a violadores porque la víctima se mostró pasiva. La Audiencia Provincial de Madrid absolvió en el 2009 del delito de violación a un osteópata que penetró por la fuerza a una clienta. Recoge la sentencia:"No parecía que Raquel se lo impidiera, por lo que la probabilidad de que el procesado considerara que estaba aceptando su proposición resultaba muy alta".

Resistencia de la víctima

La Audiencia de Zaragoza también absolvió este año a un chico de 24 de años de violar a su novia, que lo quería dejar por agresiones, porque no hubo una resistencia de la víctima, tan solo "una negativa sin resistencia", un dejar hacer. Todas ellas declararon que quedaron paralizadas por el miedo y el estupor, igual que la chica de los Sanfermines.

Las agresiones machistas tienen que ver con la cultura social y la educación que legitima y normaliza la violencia contra las mujeres. Pero también con la poca consciencia y especialización de los jueces. Hay patrones comunes identificados por expertos sobre cómo reaccionan las víctimas de agresiones sexuales: lagunas en la memoria, desorientación sobre cómo sucedieron los hechos, estado de shock mientras dura la agresión para evadirse del dolor o para evitar que les hagan más daño o que las maten. Pero los jueces y la ley no lo tienen en cuenta. Sin una reforma del sistema, no hay justicia.  Tan solo una culpable de dejarse hacer.