El Grec, encarrilado

Cesc Casadesús, director del Grec

Cesc Casadesús, director del Grec / periodico

Xavier Bru de Sala

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Ya han quedado atrás los años de desconcierto y desorientación del macrofestival de las artes escénicas de Barcelona. La designación de Francesc Casadesús es la clave de esta etapa brillante y estimulante que todavía está empezando. Por muchos medios que aporte el Ayuntamiento, sin un director con proyecto, con personalidad y, por si fuera poco con discurso convincente, el festival ha pasado años sin cuajar. Casadesús ha hecho suyo el Grec porque lo dirige con rumbo y aguja de navegar.

No se trata de programar mejor o peor sino de dibujar líneas maestras. No es la oferta, no es hacerlo vistoso y atractivo. Son las ideas-fuerza. La viga maestra de Casadesús, el propósito, es de la máxima ambición: conseguir que el Grec se parezca a Barcelona. No la Barcelona-escenario-de-todas-las-giras sino la Barcelona que se expresa cuando se indaga. La singladura apenas comienza, y puede llegar a ser un referente si le ofrecen más medios y más carta blanca en vez de recortarle las alas, la tentación de todas las administraciones.

Quien recuerde 'L’orfe del clan dels Zhao' que Oriol Broggi dirigió el Romea, tendrá, ya antes del estreno, la certeza de que su 'Gilgamesh' será, debe ser a estas alturas, un espectáculo capaz de resistir, a 30 años de distancia, la comparación con el mítico 'Mahabharata' del maestro de maestros Peter Brook. Cuando Xavier Albertí termine su misión titánica de reconvertir el TNC desde la liguilla de la mesocracia bien pensante a la categoría de la ambición, abrochada o desabrochada, Oriol Broggi estará completamente preparado para la simbiosis entre contenedor y director.

Casadesús imprime carácter al Grec, de modo que los directores posteriores lo tendrán muy difícil para salir del surco profundo que ha marcado. Eso mismo hace Broggi con sus montajes, pero con un vehículo, La Perla 29, y un espacio, la Biblioteca, que se le van quedando pequeños.