La grave responsabilidad del 'president' Mas

MIQUEL ICETA

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El president Mas se enfada cuando se le atribuyen iguales responsabilidades que al presidente Rajoy en el presente callejón sin salida. Ciertamente el PP es el gran responsable, basta con recordar su feroz campaña contra el Estatut, su recurso al Tribunal Constitucional, sus presiones, su pulsión recentralizadora, el Lapao, la ley Wert, la incapacidad congénita a entender la España plural, la falta de disposición real al diálogo, etc., etc. Pero ahora mismo, cuando el president Mas dice que sólo quiere hablar sobre la consulta y el presidente Rajoy dice que está dispuesto a hablar de todo menos de la consulta, las responsabilidades son compartidas.

Esta semana se ha producido el debate y votación en el Congreso de la propuesta aprobada por el Parlament de pedir la transferencia a la Generalitat de la competencia de convocar referendos en aplicación del artículo 150.2 de la Constitución. En 8tv me preguntaron después del debate si los socialistas catalanes nos sentíamos satisfecho . Y lo cierto es que no estamos satisfechos, pero sí reivindicamos que nosotros ya advertimos sobre lo que pasaría. ¡Algunos decidieron ir a Madrid a obtener una negativa y desde luego la consiguieron! ¡Me horroriza pensar que había más diputados del Parlament en el Congreso para recibir una negativa que los que fueron cuando se aprobó el Estatut! El desenlace de esta iniciativa estaba cantado.

Se mire como se mire, la Constitución no contempla ni la secesión ni la celebración de un referéndum de autodeterminación, que es exactamente lo que acordaron CiU, ERC, ICV- EUiA y la CUP con aquella doble pregunta perpetrada el pasado mes de diciembre. Basta con leer la reciente sentencia del Tribunal Constitucional aprobada, por cierto, por unanimidad. El derecho a decidir es una aspiración política, no es un derecho en el sentido fuerte de la expresión. Por eso me gusta más hablar de consulta que de derecho a decidir, porque un referéndum consultivo o una consulta es eso, una consulta, y no es una decisión unilateral, como la que la mayoría de los que utilizan la expresión ‘ derecho a decidir ‘ tienen en la cabeza.

Es obvio que los catalanes queremos votar y tendremos que votar. Precisamente porque el proyecto de Estatut que votamos en referéndum en 2006, fue alterado por el Tribunal Constitucional cuatro años más tarde. Y, por tanto, un nuevo pacto que sustituya al Estatuto de 2006 deberá ser votado por la ciudadanía. Sólo así podremos solucionar la anomalía democrática que se produjo.

Aparte de las discusiones jurídicas que correspondan, que nunca aclaran del todo las cosas porque son muy controvertidas, es evidente que hacer una consulta como la que desde Cataluña se reclama exige un acuerdo previo con las instituciones del Estado. Por eso, cada día que pasa es más evidente que el 9 de noviembre no habrá consulta. Las encuestas nos dicen que así lo piensa una mayoría de ciudadanos de Cataluña, y muchos de los impulsores del proceso soberanista lo admiten en privado y algunos, los más valientes, incluso en público. El propio president Mas se está viendo obligado a admitirlo y ya habla de nuevas elecciones anticipadas. Como si no hubiera tenido suficiente con las elecciones anticipadas de 2012 que, lejos de proporcionarle una mayoría excepcional, hicieron que CiU perdiera 12 escaños.

¿Cuáles han sido los errores cometidos por el president Mas hasta hoy? El primero, pretender convocar una consulta en 2014 . Es evidente que un contexto de mayoría absoluta del PP no es el mejor escenario para el acuerdo que necesitamos. La legislatura catalana debería terminar en 2016, mientras las elecciones generales se celebrarán en 2015. ¿Por qué el acuerdo entre Mas y Junqueras no contempló este hecho capital? ¿Por qué se decidieron a poner en marcha una cuenta atrás que tiene todas las posibilidades de fracasar? ¿Querían consulta o querían cargarse de razones para la independencia?

El segundo error fue la declaración soberanista de enero de 2013. Declarar que Cataluña es un sujeto político y jurídico soberano, era poner el carro delante de los bueyes y lanzar una señal equivocada. Ha dado pie a equiparar consulta con independencia, lo que le resta apoyos a la consulta incluso en la propia Cataluña, y ha proporcionado un argumento de peso a los que no quieren llegar a ningún acuerdo fuera de Cataluña. El tercer error fue fijar de forma unilateral fecha y pregunta para la consulta. A partir de ese momento el acuerdo con las instituciones españolas sobre la consulta se hacía imposible.

Y el cuarto error ha sido llevar al Congreso la solicitud de transferir la competencia exclusiva del Estado en materia de referendos que ya había sido rechazada en varias ocasiones por el Congreso. Incluso cuando fue recogida en el proyecto de Estatut aprobado por el Parlament de Catalunya, las fuerzas catalanas aceptaron que no figurase finalmente en el texto aprobado por el Congreso y el Senado que fue sometido a referéndum.

En un tema tan sensible como el de la consulta no caben atajos ni subterfugios. Tampoco la ley catalana de consultas no referendarias, que está aparcada en una ponencia que no se reúne desde el 29 de noviembre, podrá servir para hacer una consulta con la pregunta acordada por CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP. No nos engañemos ni pretendamos engañar a los ciudadanos: sin acuerdo no habrá consulta, a menos de que el gobierno catalán decidiera embarcarse en un proceso ilegal de consecuencias nefastas para Cataluña. Un proceso del que hay el triste precedente histórico del 6 de octubre de 1934.

El proceso de elaboración de la ley catalana de consultas se está demorando interesadamente para que la aprobación se produzca en septiembre y la convocatoria de la consulta se produzca al día siguiente. Así, el president Mas siempre podrá decir que él ha hecho todo lo posible, sabiendo que el Estado anulará la convocatoria y que, por tanto, la consulta no podrá tener lugar .

Creo que hay que poner el contador a cero e iniciar otro camino. Dudo que el president Mas sea capaz de hacerlo. Y por eso él es hoy el principal responsable del callejón sin salida en el que nos encontramos o de un temerario choque de trenes en el que todos tenemos mucho que perder. Queremos votar, sí. Pero de la forma que se han hecho las cosas hasta ahora no lo conseguiremos. Y de eso el president Mas es el máximo responsable.