Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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La gran mentira de la adolescencia

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En el artículo de la semana pasada decía que en muchas culturas el concepto de menopausia no existe. Las mujeres asiáticas ni siquiera tienen una palabra para referirse a los sofocos: no saben lo que son. Durante un tiempo se creía que la ausencia de ese síntoma se debía al consumo de soja, pero la ciencia ha demostrado que no es así. Numerosas médicas, psiquiatras y psicólogas feministas creen que la medicina occidental ha patologizado un proceso natural para convertir a las mujeres en dependientes de la siempre todopoderosa industria farmacéutica.

Pasemos ahora a otro proceso natural que se está patologizando: la adolescencia. Hasta muy bien entrado el siglo XX no va a encontrar usted ninguna obra literaria que incluya ese concepto, simplemente porque el concepto no existía. Las aristócratas atenienses se casaban entre los 13 y 15 años con un hombre que les doblaba la edad.

Hasta bien entrado el siglo XX, no hay ninguna obra literaria que incluya el concepto de adolescencia porque no existía

Ese hombre a los 13-15 años había mantenido una relación sexual con otro hombre, su 'erastés'. Aunque este tipo de relación ha intentado ocultarse durante siglos por la historia moderna, no era la excepción sino la regla. Era un rito de iniciación que vivía todo muchacho. Esa relación se abandonaba, precisamente, cuando se casaba con una mujer.

Los romanos se casaban entre los 12 y los 16 años. Solo los aristócratas varones y primogénitos podían retrasar el matrimonio, por cuestiones de herencia. Esperaban a ser 'paters' para poder hacerlo. Es decir, a haber heredado el patrimonio. El emperador Claudio se casó por primera vez a los 13 años.

Romeo tenía 15 años; Julieta, 12

En 'Romeo y Julieta' (1597), Julieta está a punto de casarse, pero es seducida por Romeo. Ella tiene 12 años, él 15. Nada raro. Juana, la Loca se casó en 1496, con 14 años. En 'Las relaciones peligrosas' (1782), la marquesa de Merteuil le encarga al vizconde de Valmont que seduzca a la joven Cécile de Volanges que, a los 15 años, también está a punto de casarse. La propia marquesa se casó a esa misma edad. Como se estilaba en la época. La reina María Antonieta y el Delfín, futuro Luis XVI, se casaron en 1770, ambos con 14 años

Entre los padres helicóptero y los progenitores guardaespaldas, los hijos desarrollan escasas competencias emocionales

¿Recuerdan ustedes a la Laura Ingalls de 'La casa de la pradera'? Se casó con Almanzo en 1885, a los 18 años. Se prometió a los 16. Meg March, en 'Mujercitas', se casaba a los 18. Por eso la Elizabeth Bennet de 'Orgullo y prejuicio' es una solterona en 1813, porque aún no se ha casado a los 20 años.

En fin, la adolescencia no existía porque, hasta bien entrado el siglo XX, lo normal era estar prometida con 16 años y casarse a los 18. Mi propia abuela se casó en 1926, a los 15, y tuvo su primera hija un año después. En tres cuartas partes del mundo, en Sudámerica, África, Asia, incluso en algunos estados de Estados Unidos, todavía existe el matrimonio adolescente. En el mundo existen 700 millones de mujeres que contrajeron matrimonio antes de cumplir 18 años, según los datos de Unicef.

Inseguridad y fingida agresividad

Hago contar que a mí esto me parece una auténtica barbaridad y que en absoluto se lo deseo a mi hija. Que yo preferiría que mi hija acabase una carrera universitaria antes de casarse. Aunque la decisión final, por supuesto, es suya y solo suya.

El problema es que en el primer mundo nos hemos ido al otro lado de la línea. En este mundo de madres helicóptero. que sobrevuelan sin cesar sobre la vida de sus hijos, de progenitores apisonadora, que allanan el camino para que su progenie no tenga dificultades, de padres guardaespaldas, que se convierten en la sombra de sus hijos para que nada ni nadie pueda dañarles, en este mundo de madres que les hacen el desayuno a sus hijos de 15 años, que se empeñan en llevarles en coche al instituto, en rellenarles el formulario de matrícula, los adolescentes desarrollan escasas competencias emocionales. Y las personas inseguras esconden sus miedos y temores bajo una actitud de fingida agresividad.

Los adolescentes son adultos

Por eso tu hijo se pelea tanto contigo: porque se siente niño, poca cosa, inferior.  Porque la única manera que encuentra de hacer frente a la incertidumbre sobre sus capacidades es medirse contigo, que es a quien ve capaz. No tiene nada que ver con que la adolescencia en sí sea problemática. Tiene que ver con el estilo educativo de la sociedad actual.

Tiene que ver con nuestra insistencia en olvidar que, en realidad, lo admitamos o no, los adolescentes son adultos, adultos jóvenes, que necesitan que les acompañemos en su proceso de maduración, no que les tratemos como si fueran inútiles.