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Grados de tres años: menos puede ser más

Alargar la enseñanza universitaria un año más que en Europa es poner en inferioridad de condiciones a nuestros estudiantes

EDUARD VALLORY

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David Cameron, primer ministro del Reino Unido, estudió el prestigioso grado -de tres años- Filosofía, Política y Economía de la Universidad de Oxford. En Oxford y Cambridge nadie se plantea que unos grados que duran tres años sean de poco valor. Más bien al contrario: saben que lo que importa es la calidad del programa y de los docentes y la intensidad del trabajo de los estudiantes.

A su vez, hace un par de años el vicepresidente de recursos humanos de Google decía en una entrevista que cuando incorporan trabajadores ya no tienen en cuenta los resultados académicos de los candidatos, y que incluso contratan gente sin título universitario, porque -añadía- las habilidades que necesitas para el trabajo son muy diferentes de las que te hacían falta para aprobar en la universidad.

Hace tiempo que hablamos de la necesidad de transformar la forma en que se enseña en las escuelas, dejando atrás la transmisión academicista de conocimientos. Pero, ¿y la universidad? No parece que las reformas hayan tenido la capacidad de actualizar su labor a las nuevas demandas de la sociedad: formar personas competentes para adaptarse al cambio y para aprender a lo largo de la vida.

Algunos todavía recuerdan la reforma de las antiguas licenciaturas de cinco años a cuatro: eliminando el año inicial genérico y segmentando en dos los cursos de un año. No parece que el proceso de Bolonia generase cambios más profundos. Además, sabemos que en la gran mayoría de Europa -Finlandia, Alemania, Francia...- los grados universitarios duran tres años, y nada hace pensar que a nuestros estudiantes les haga falta un año más de estancia en la universidad para tener la misma capacitación profesional.

Preparar buenos profesionales

Porque, y esto es importante, estamos hablando de estudios profesionalizadores. Alargar la enseñanza obligatoria hasta los 16 años tiene una función social: garantizar que los jóvenes de entorno desfavorecido tengan capacitaciones similares al resto. Pero si hablamos de grados, alargar a cuatro años su duración cuando en el resto de Europa es de tres es poner a nuestros estudiantes en inferioridad de condiciones respecto de sus iguales europeos e incrementar el coste público de los estudios.

Que los grados sean de cuatro años, de cinco o de seis no solventará lo que explica el vicepresidente de Google. Sabemos que la calidad y exigencia de los grados y los másteres puede variar mucho, y también que iniciativas como los MOOC [cursos on line masivos y abiertos] o la Khan Academy nos muestran que al conocimiento se puede acceder desde muchas vías. El tema, pues, no es si los grados de tres años devaluados obligarán a hacer másteres, sino revisar si los actuales estudios universitarios -tanto de grado como de máster- son idóneos para capacitar a personas para la vida profesional.

La función de los grados no debe ser preparar futuros profesores universitarios. Debe ser preparar buenos profesionales que con un grado de tres años bien aprovechado puedan ser cultos y laboralmente competentes. Si el resto de Europa puede hacerlo, nosotros también.