Pequeño observatorio

Gracias por acompañar mis años

He consultado mis papeles y, si no me equivoco, mi articulismo diario ha durado 42 años. Y me cuesta imaginar que esta continuidad se haya producido no solo como un hecho sino también como un hábito estimulante

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fsendra35547200 terrassa 16 09 2016 sociedad exposici n audiovisual so160924190901 / DANNY CAMINAL

Josep Maria Espinàs

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Durante 42 años han pasado muchas cosas. Algunas importantísimas para la humanidad. Otros que han tenido, solo, un interés temporal. Digo esto para comunicar a los lectores que dejo de publicar un artículo cada día. En principio, mi colaboración con EL PERIÓDICO se reduce a tres artículos cada semana. En los diarios de los miércoles, viernes y domingo.

He consultado mis papeles y, si no me equivoco, mi articulismo diario ha durado 42 años. Y me cuesta imaginar que esta continuidad se haya producido no solo como un hecho sino también como un hábito estimulante. Siempre he sido consciente de que un articulista no es exactamente un periodista. 

Menéndez Pelayo hizo un ataque increíble a los periodistas, mezclándolos con los articulistas. Mis colegas quizá ya conocen lo que dijo, un día, el ilustre Menéndez: "Los periodistas, mala ralea diabólica, nacida para extender por el mundo la ligeraza, la vanidad y el falso saber, para agitar y entontecer a los pueblos, para halagar la pereza y privar a las gentes del racional y libre uso de sus facultadas para levantar del polvo y servir de escabel osado en medianías y espíritus de fango, dignas de remover tal cloaca... "

Yo vivo el articulismo y he vivido el periodismo haciendo reportajes que no olvidaré nunca. He estado en Berlín quizá solo un día antes del levantamiento de la muralla que dividiría Alemania.

Artículo y reportaje, que es como decir observar, pensar, comparar. Alguien dijo que las páginas del periódico son hojas caídas de la ciencia. El periodista no tiene estas pretensiones.

Yo espero continuar mi oficio con la consciencia de que lo comparto con mis colegas. Qué maravilla este triángulo enriquecedor: observar, pensar y decir.