Los jueves, economía

Su futuro y el nuestro

El panorama se ensombrece en España y Catalunya, y pese a la mejora económica el 2015 da miedo

JOSEP OLIVER ALONSO

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¡Vaya semanas! Tras el estallido del domingo, y las propuestas y contrapropuestas que ha originado la consulta, me embarga un extraño sentimiento. Quisiera debatir sobre sus consecuencias y proponer alternativas acerca de lo que hoy parece ocupar, y preocupar, a una parte no menor de la ciudadanía. Pero me toca ponerme el mono de trabajo, regresar a lo cotidiano y obligar al lector a considerar las perspectivas económicas en las que el debate tiene lugar. La verdad, viendo la excitación general hoy tengo la sensación de ser un extraterrestre. Pero como afirma el dicho, convertido ya en clásico, ¡alguien tenía que decirlo! Me perdonarán, pues, si volvemos a hablar del futuro que nos aguarda (a Catalunya y a España).

¿Dónde estamos de la recuperación? Pues en tierra de nadie. Catalunya y España siguen en ella, aunque a ritmos cada vez menos intensos. Y con señales de frenada, como muestran la contracción de la producción industrial y la reducción de las ventas al exterior. Y aunque la caída del euro y la del petróleo nos van a ayudar, conviene no olvidar los aspectos internos y externos que definen, y definirán, la dinámica de nuestra economía.

Por lo que respecta a los internos, y aunque podamos crecer modestamente, los vientos en contra tienen entidad, y no hay que echarlos en saco roto. Pensar que ya estamos en la vía de despegue hacia un crecimiento similar al de los 2000 es erróneo. No retornará. Porque los lastres que arrastramos no han desaparecido. En el ámbito financiero continúan afectándonos duramente los excesos de deuda privada, la intensa contracción de la riqueza inmobiliaria y financiera de las familias, el creciente endeudamiento público, la elevada deuda del sector financiero con el exterior o la reducción del crédito. En el de la actividad y el empleo, los elevados estocs de vivienda, la elevada tasa de paro, la caída de salarios de los más jóvenes y el fuerte crecimiento de su precariedad, el aumento de la desigualdad o el creciente envejecimiento, entre otros factores. Y aunque es cierto que las reformas efectuadas van, lentamente, elevando el potencial de crecimiento de nuestra economía, este catálogo de problemas heredados dibuja una senda de modesto avance del PIB.

Parte de estos obstáculos se han esquivado, en especial en los últimos ejercicios, con la colaboración del sector exterior. Ahí hemos dado lecciones, y las exportaciones experimentaron un aumento intenso entre el 2010 y el 2012. Pero ya en el 2013 se moderó sustancialmente su avance, y de hecho en Catalunya declinaron. Y las noticias de los tres primeros trimestres del 2014 no son alentadoras, con una confianza de los exportadores cada vez menos favorable y un muy reducido avance de las ventas al exterior.

No podía esperarse otra cosa de un clima internacional cada vez menos expansivo y de un área del euro estancada y que acumula crecientes problemas. De las previsiones de la UE de hace pocos días, la prensa ha destacado que España crecerá por encima de la media. Y que el avance del PIB de la eurozona, del 0,8% en el 2014, se va a acelerar suavemente en el 2015 y el 2016. Pero se ha recalcado menos que el frenazo europeo refleja herencias de la crisis, desde la necesidad de reducir el endeudamiento en numerosos países hasta los insuficientes avances en los ajustes internos y externos. Particularmente, hay que subrayar la preocupación del European Economic Forecast de la UE sobre la reducción del crecimiento potencial de la eurozona, provocado por la caída de la inversión, y el enquistamiento de la baja inflación. Y también su énfasis en los negativos efectos de la desaceleración mundial y las tensiones geopolíticas.

En suma, y pese a los intentos de presentar un futuro más o menos halagüeño, el análisis de la Comisión Europa destila pesimismo y preocupación por el carácter estructural de muchos de los problemas que detecta en los principales países. Por si todo ello no fuera bastante, hay que sumar al cocido de la dinámica del ciclo económico las especias de la política, que son las que le dan sabor. Wolfgang Münchau escribía recientemente en el Financial Times que el euro está hoy más amenazado que en el verano del 2012, en plena tempestad de deuda soberana. Y lo argumentaba repasando la emergencia de nuevos colectivos claramente antieuro, desde Syriza, Le Pen o los grillistas hasta el Podemos de Pablo Iglesias.

No sé si hoy la amenaza es de mayor enjundia que hace dos años. En todo caso, y con un horizonte de bajo crecimiento en la eurozona, todo es posible. Y por si fuera poco, la tensión Catalunya-España arrecia. No se crean que no vaya a tener consecuencias. Su futuro (el de España) y el nuestro (el de Catalunya) se está ensombreciendo. Pese a la mejora, el 2015 que se acerca da miedo.