ANÁLISIS

El fútbol global y la camiseta del Girona

En Kenia se imprimen elásticas rojiblancas, los niños sueñan con Olunga y enredar al turista al grito de '¡Força Barça!'

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Iosu de la Torre

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Los niños que salían al paso de los primeros viajeros que llegaban a Marrakesh gritaban '¡hala Madrid!' o '¡Força Barça!' dependiendo de la matrícula de los  coches. Años 80. La chavalería competía por unas monedas, se ofrecía como guías, mientras repetían los nombres del Madrid de la Quinta del Buitre y les costaba ir más allá de Schuster, Carrasco y Maradona. 

La picaresca se ha transmitido generacionalmente multiplicándose año a año gracias –o por culpa, nunca se sabe– a  la globalización vía satélite. A nadie le extraña que se detecten más hinchas de las grandes Ligas en las islas de Indonesia o en el corazón de África. Los primeros reportajes de Sergio Caro y David Beriain desde la durísima posguerra de Irak nos sorprendían por la fuerza de las imágenes, entre las que de repente se adivinaban a niños y adolescentes vestidos con camisetas de la Juventus, el Milan, el Barça y el Madrid. Zamarretas desgarradas, con salpicones, brillantes... Ahora el fenómeno ya no es tal. 

Bali, Borneo, Sulawesi

Muchísimos aficionados de vacaciones en Bali, Borneo o Sulawesi amanecen teniendo garantizada la información de los resultados de la jornada vía 'tablet' o vía indígena, que tiene más salsa. Sin importar la diferencia horaria. Nunca olvidaremos aquel día de septiembre del 2008 en que un taxista malayo nos informó de la goleada que, la madrugada anterior, le metió el Barça de Guardiola al Sporting de Gijón. «Con goles de Xavi, Etoo, Iniesta y dos de Messi, 1-6». La diferencia horaria ha creado una hinchada noctámbula en ese lado del planeta. Aquellos admiradores del primer Busquets, del tremendo Etoo, empazaron a desengancharse de la Premier para rastrear en el satélite la Liga entonces BBVA.

¿Quién no se ha alegrado al ver a unos adolescentes extranjeros presumiendo de los colores de los clubs de las grandes estrellas?  La globalización era esto (¿estúpido?). Nadie podía proyectarlo en el futuro, ni siquiera Joan Gamper, el inventor del Barça, al que Josep Maria Bartomeu acaba de retratar como un gran visionario, «aunque seguro que nunca vislumbró que el club alcanzaría los 150.000 socios y 300 millones de seguidores en todo el mundo». Compiten con los azulgrana, los dos de Manchester, Chelsea, Bayern, PSG o Juventus, Y el Madrid.

Una camiseta bajando Montjuïc

El viernes, 5 de enero, vi a un chaval que bajaba de la montaña de Montjuïc luciendo la camiseta del Girona. La acentuada pendiente de la calle de Margarit le hacía caminar ufano, casi flotando sobre los adoquines, como si fuera Portu antes de colgarse a la espalda de Stuani

Las zamarras de los niños sirven para palpar las emociones destadas por un club. Aquella rojiblanca del Girona bajando Montjuïc, la víspera de los Reyes, confirmaba el salto experimentado por el equipo revelación de esta temporada.

De Girona al cielo... de Kenia, donde ya debe estar imprimiéndose miles de elásticas con el 14 de Michael Olunga Ogada. Los tres tantos endosados en la histórica goleada al Las Palmas (6-0) resonaron en Nairobi, donde a buen seguro los niños sueñan con ser Olunga y enredan a los turistas cantando '¡Força Barça!', '¡hala Madrid!'. O mejor, '¡amunt Girona!'