Dos miradas

Furia de arena

EMMA RIVEROLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un grano de arena, una niña del desierto. Otro grano, una mujer preparando un té amargo. Otro, un joven perdido en un mar seco. Y un viejo con los ojos gastados de escudriñar la nada. Y una madre que llora. Y un lamento que se pierde en el horizonte sin fin. 150.000 granos de arena. 150.000 saharauis refugiados en el desierto. Nada sobre nada. Vida fosilizada.

Llega un soplo de aire. Un grano se alza. Un joven grita trabajo. Otro reclama vivienda. Ayuda. Un futuro. 20.000 granos se unen y reclaman algo más que sueños. Ya no más castillos en el aire. Ya no más prisiones de arena. Pero la nada tiene hambre y quiere tragarse el grito. El aire se rompe. Irrumpen las armas. El fuego. La destrucción y el terror. Más muerte. Más ausencias.

La arena y la nada luchan. Y el mundo no sabe dónde mirar. Molestan esos granos de arena en el zapato de los intereses internacionales. Marruecos construye muros para contenerlos, pero siempre aparecen coladeros. España quiere lavarse las manos, pero aún quedan restos de polvo en sus poros. Mientras, la ONU grita en el desierto.

Los saharauis reclaman su mar, su tierra y la riqueza de sus entrañas. Los caladeros de pesca, los fosfatos, el petróleo y el gas. Durante 30 años de destierro, el desierto les ha enseñado que un grano de arena es imperceptible, pero la furia de la tormenta es invencible. Y se han alzado. Quieren arrasar la nada.