Unas elecciones que inquietan a Europa

¿Qué protesta ganará en Francia?

Las encuestas auguran un duelo entre la ultranacionalista Marine Le Pen y el exministro de Economía Emmanuel Macron, el candidato sorpresa

Marine Le Pen, en una conferencia de prensa en Nanterre.

Marine Le Pen, en una conferencia de prensa en Nanterre. / periodico

JOAN TAPIA

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El pronóstico sobre las elecciones francesas de mayo es difícil, pues ya ha habido serias sorpresas. Pero parece que los electores quieren protestar contra el 'establishment'. La incógnita es en qué dirección. A la candidata del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, que encarna una protesta 'a lo Trump' (nacionalismo, antiinmigración, derechismo despeinado y antielitismo), las encuestas le aseguran estar en la segunda vuelta (pasan los dos candidatos más votados). Incluso en primera posición, y el FN ha crecido mucho en los últimos años. Pero la segunda vuelta tiende a favorecer el cualquiera menos Le Pen que ya benefició a Jacques Chirac cuando en el 2002 se enfrentó a Jean-Marie Le Pen (padre de Marine), tras el fracaso del socialista Lionel Jospin.

La gran incógnita es quién al final hará frente a Le Pen. Un conservador le podría robar votos derechistas, pero tendría crudo recoger todo el voto de izquierdas de la primera vuelta. Un progresista haría el pleno de las izquierdas, pero alguna derecha podría taparse la nariz y votar Le Pen. Con todo, la doble vuelta dificulta –toquemos madera, porque sería el fin de la UE y del euro– la victoria de la candidata del FN.

LA RENUNCIA DE HOLLANDE

¿Quién será el candidato contrario a Marine Le Pen? Parece que también será de protesta. El presidente Hollande –un socialdemócrata que en el 2012 para ganar a Sarkozy prometió el oro y el moro– ha tenido que renunciar. Es la primera vez que pasa en la Quinta República (desde 1958). Hollande prometió superar la crisis, menos paro y más justicia social y no ha podido cumplir. Francia lleva años de poco crecimiento y subida del déficit y la deuda pública y ha tenido que tomar medidas liberalizadoras del mercado de trabajo, contrarias al socialismo clásico y a sus promesas electorales.

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Hollande ha sido así la primera víctima del clima de protesta, y la segunda ha sido lógicamente su primer ministro, Manuel Valls. En las primarias socialistas ha mordido el polvo ante el más izquierdista Benoît Hamon. Hamon partía muy bajo en la carrera presidencial, pero su victoria frente a Valls puede haber despertado al socialista desilusionado y parece experimentar un alza (¿circunstancial?) en las encuestas. Defiende una renta mínima de 700 euros al mes y su versión española (difícil de encontrar) sería un mixto de Pedro Sánchez e Iñigo Errejón. ¿Puede un socialismo maximalista recoger el voto de protesta? ¿Sería compatible con el euro?

La protesta también dominó las primarias de la derecha. El expresidente Sarkozy –el candidato natural– fue eliminado por Alain Juppé, un veterano liberal centrista. Pero ganó el tercero en discordia, François Fillon, más conservador y más nacionalista, que encarnó la protesta de la derecha. Pero en los últimos días el escándalo de su mujer, Penelope, que cobró en cinco años 900.000 euros por ser su ficticia ayudante parlamentaria, ha hecho de Fillon un candidato cuestionado. ¿Volverá Juppé, la esperanza del centroderecha abierto?

UN CANDIDATO DE PROTESTA Y EUROPEÍSTA

La gran sorpresa ha sido la aparición con fuerza de un candidato de protesta pero europeísta, Emmanuel Macron, un 'rocardiano' que trabajó en banca, fue asesor de Hollande en el Elíseo y ministro de Economía del 2014 hasta agosto pasado. Macron dimitió, nadie apostaba por él, pero ha tenido gran éxito de público (jóvenes profesionales progresistas) en sus apariciones públicas y las encuestas le colocan hoy por delante de Fillon y como el rival de Le Pen en la segunda vuelta.

Macron sostiene que el discurso de la derecha y de la izquierda ya no sirve (excepto para que vivan los aparatos de los dos partidos tradicionales, republicanos y socialistas). Y que para mantener el bienestar francés pese al bajo crecimiento esos partidos –durante demasiados años– solo han sabido recurrir al déficit público y al endeudamiento. Pero la medicina ya no surte efecto y Francia necesita crecer fortaleciendo a las empresas, que son las que crean empleo.

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Cuando anunció su candidatura, se pensó que este brillante y original economista (se casó con su profesora de Filosofía, 18 años mayor) que hizo coincidir las iniciales de su movimiento En Marche (EM) con las de su nombre, era solo un pretencioso iluminado. Ahora muchos creen que este liberal de centroizquierda (en España equivaldría a un mixto de Albert Rivera y Carlos Solchaga) tiene serias posibilidades de ser el próximo inquilino del Elíseo.

Le Pen, Macron, incluso Hamon, encarnan tres formas de protesta. Francia se inclina hacia ellas. Pero falta mucho tiempo y no sabemos cuál será la preferida.