Análisis

El fracaso de la izquierda

El planteamiento de Podemos de crecer a costa del PSOE no ha ilusionado lo suficiente y una quinta parte de su electorado lo ha rechazado

CARLOS ELORDI

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La izquierda ha sido derrotada. Por partida doble y en conjunto. Unidos Podemos ha perdido casi 1.100.000 votos, el PSOE más de 100.000. Y lo peor es que frente a ella la derecha trasmite una sensación de victoria que tiene toda la pinta de perseverar en el tiempo. Está claro que el peso de esa derrota recae sobre todo en el partido que dirige Pablo Iglesias. Su estrategia electoral se ha demostrado errónea, sus cálculos, infundados, y su pacto con Izquierda Unida contraproducente. Su planteamiento de crecer sin fin, a costa del PSOE, no ha ilusionado lo que sus dirigentes esperaban y una quinta parte de su electorado lo ha rechazado. Absteniéndose o votando socialista.

Es muy posible que una parte de esos votos perdidos fueran electores de Izquierda Unida hace seis meses. Siempre se pensó que, más allá de sus fieles, IU recogía adhesiones de gente que no tenía clara su opción, que dudaba incluso entre el PSOE y el PP y que no simpatizaba con Podemos, y que se decantaba por el partido de Alberto Garzón porque eso le permitía quedar bien sin consecuencias políticas de ningún tipo. De ser así, muchas de esas personas se habrían negado ahora a secundar la aventura del cambio que proponía Unidos Podemos.

Es igualmente posible que una parte de los votantes perdidos por Podemos sean personas que no entendieron que ese partido se negara a secundar la investidura de Pedro Sánchez en la pasada legislatura, que por poco que les gustara el pacto PSOE-Ciudadanos lo prefirieran a que Rajoy siguiera en la Moncloa. La reciente campaña socialista ha insistido en ese punto hasta la extenuación. Y es probable que haya hecho mella.

Otro elemento que puede haber contribuido al fracaso es la defensa que Pablo Iglesias ha hecho de la necesidad de convocar un referéndum en Catalunya. Esa posición puede haber beneficiado a En Comú Podem, pero puede haber suscitado rechazo en otras zonas de España. La idea de la plurinacionalidad no se asume solo porque la proclamen enfáticamente unos dirigentes y el centralismo no es patrimonio exclusivo de la derecha.

Detrás de la derrota de Podemos aparecen los puntos débiles de su proyecto y ninguna propaganda, por brillante que sea, puede hacerlos desaparecer. Detrás del fracaso del PSOE aparece el agotamiento de su propuesta. El PP ha batido a los socialistas en todo el territorio, incluso en Andalucía y en Extremadura. A la hora de escoger la seguridad en momentos de inquietud como los que vive la amplísima clase media española, una clara mayoría de ese espectro social ha preferido a Rajoy. Eso es muy grave para el PSOE, porque no le va a ser fácil recuperar el terreno perdido estando en la oposición. 

Pedro Sánchez y los suyos han dedicado lo fundamental de sus esfuerzos electorales a frenar a Podemos. Lo han logrado, por méritos propios y por deméritos de su rival. Pero al final se han encontrado más lejos que nunca del poder. Les puede caber el consuelo de que todos los ponentes de su batalla interna han perdido la pelea.