IDEAS

Participar en la fiesta

Los festejos populares deberían valorarse por su implicación vecinal

Correfoc infantil en la fiesta de Gràcia del año pasado.

Correfoc infantil en la fiesta de Gràcia del año pasado. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Un festival como el Sónar se valora por el número de entradas vendidas, los ingresos y el beneficio económico indirecto, el que difunde la empresa organizadora, nada filantrópica y poco cultural, en base a cálculos esotéricos que ningún periodista se entretiene en verificar, entre otras cosas porque es imposible. Cada evento debería disponer de sus coordenadas. Peralada y Cap Roig son festivales de prestigio, sobre todo y hoy ya en exclusiva el primero, porque el de la Costa Brava ha bajado a la categoría de negocio del entretenimiento.

Las fiestas mayores no deberían merecer más o menos atención mediática o ganar prestigio por la cantidad de público, sobre todo ahora que estamos determinados en poner al descubierto y anatemizar a la proporción creciente de indeseables que se apuntan para mearse y algo peor. No deberíamos valorar las fiestas por el número de asistentes sino por los ciudadanos implicados en su preparación. Podríamos llamarlo el paradigma Gràcia si no existieran las fallas valencianas, muy probablemente las fiestas con más personal que les dedica más horas y más apasionadas a lo largo del año. Es así, con las asociaciones, mucho más que con el programa municipal, que una fiesta cohesiona barrio, pueblo o ciudad.

Sorprende que el Ayuntamiento de Colau no haya ni pensado en retocar el modelo de fiesta mayor de Barcelona, el de más éxito de los perpetrados de arriba a abajo, por uno que propicie la incorporación de los de abajo como protagonistas con imaginación, no como cifra para el recuento. Convendría, en cambio, aplaudir iniciativas como la de Falset, que después de recuperar la tradicional Jota del alcalde, antes arrinconada por la invasora sardana, adopta, con todos los honores, la petardada de la Tupinada de Reus, que es la traca mejor ritmada y pautada de cuantas revientan tímpanos. Todo por iniciativa de las 'colles' o grupos y con pleno apoyo municipal.