Ventana de socorro

Fiebre al amanecer

Quienes sobrevivieron al Holocausto solo anhelaban olvidar y no cargar con ese peso

Entrada del Museo del Holocausto de Washington.

Entrada del Museo del Holocausto de Washington. / periodico

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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El viernes en Segovia conocí a Péter Gárdos, un cineasta húngaro que acaba de publicar en España 'Fiebre al amanecer', una preciosa novela sobre el noviazgo de sus padres. Hasta hace poco no había muchos relatos sobre la experiencia de los supervivientes del Holocausto, cómo se repusieron, qué hicieron para dejar el horror atrás. Muchos hijos de supervivientes, como Gárdos, han tardado décadas en saber que sus padres habían estado en campos de concentración, jamás nadie se lo había mencionado. Hay una razón: por lo general los que sobrevivieron al horror solo anhelaban empezar de nuevo, no cargar con ese terrible peso. A ello se sumó una cierta culpa inconsciente y una cierta vergüenza por haber sido testigos de cuanto vieron y vivieron.

La novela de Gárdos parte de dos gruesos fajos de cartas que su madre le entregó hace pocos años al morir el padre. Es un apasionante cortejo epistolar de dos jóvenes ingresados en distintos hospitales suecos de los que acogieron a miles de supervivientes para devolverles la salud y la esperanza. En tiempos como los actuales en que se debate si admitir o no a los refugiados sirios en Europa, sorprende saber de la calurosa acogida y solidaridad de tuvieron suecos, suizos y británicos con las víctimas de la Gran Guerra.

Decía Primo Levi en una vieja entrevista de la televisión italiana, que escribir sobre la experiencia de los campos de exterminio hace que sea lejana en el tiempo, pero cercana a la vez, porque te obliga a tenerla presente cada vez que conversas con quienes leen tu libro, no puedes olvidarla.

Pero decía también que pocos conectan el pensamiento ultraderechista y xenófobo de hoy con los 'lager', los campos de concentración, pero no están tan distantes. Son la consagración del privilegio y la desigualdad. Allí donde arraiga la idea de que no todos somos iguales y algunos no tienen los mismos derechos, el 'lager' volverá como un tumor maligno que se extiende. Levi lo dijo en los años 70, pero a mí me suena peligrosamente actual.