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Festivales, aquí cerca

MIKEL LEJARZA

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Durante el pasado mes de septiembre, mientras las televisiones lanzaban sus productos semana a semana, en el mundo del cine los Festivales de Venecia, Toronto y San Sebastián presentaban las novedades cinematográficas más relevantes para los próximos meses ante los críticos especializados de todo el mundo.

Son días de pasarela, glamur, alfombras rojas y multitudes ansiosas por hacerse un selfie. El cine puede que esté en fase terminal, tal y como lo hemos conocido el siglo pasado, pero el funeral mantiene la grandiosidad de los viejos tiempos y estos certámenes son un buen reflejo de las cualidades y los defectos del sector.

El Festival de Venecia se celebra en el Lido, allí donde Thomas Mann ubicó la célebre novela 'Muerte en Venecia', que Lucino Visconti llevara al cine con Dirk Bogarde loco de amor por el joven Tadzio.

Todo muy clásico y elegante, pero también muy costoso, razón por la que, desde hace años, muchas películas deciden no acudir. Los presupuestos ya no son lo que eran y Venecia, además de única y bellísima, es muy cara, y trasladarse por la laguna de isla en isla no es cómodo. Este año llamó la atención la excelente salud que ha mostrado en el certamen el cine latinoamericano.

En Toronto, poca etiqueta

Toronto por el contrario muestra un aspecto más de ir en vaqueros y con zapatillas deportivas. Sin la seriedad europea, el festival canadiense, que este año ha cumplido 40 años , es un mercado donde productores y distribuidores de todo el mundo planean futuras colaboraciones mientras asisten a las premières de algunas de las películas más importantes de los grandes estudios y actores del momento, rodeados por miles de voluntarios que se vuelcan y colaboran con el evento. Y les aseguro que lo hacen con un entusiasmo y una alegría contagiosa. En Toronto hay poca etiqueta y se celebra la alegría y la fiesta que supone ir al cine. Por eso todo el mundo quiere estar allí, sin chaqué, sin competición, porque el premio lo da el público con sus votaciones. Es el festival de los festivales y el más cercano al público tal y como es. En su presentación el alcalde de la ciudad dijo que el certamen permitía a los canadienses hablar con su propia voz al mundo.

El de San Sebastián tiene algo de ambos y es para nuestro sector lo que el Festival de Cannes es al de Francia, pero con más pinchos y menos pajaritas. El único problema es que la ciudad carece de suficiente infraestructura hotelera para una demanda que crece año tras año.

Por cierto, no se pierdan la magnífica 'Truman', de Cesc Gay, con los magníficos Ricardo Darín Javier Cámara, premiados en Donosti.

Ya ven, el cine abarrotando ciudades, poniéndolas en el mapa y dando voz a sus habitantes en el mundo. Ahora le toca el turno a SitgesEs un certamen bueno y divertido, no hay que acudir en una motora- taxi ni coger un vuelo transoceánico. Y tampoco se necesita hotel, porque lo tenemos cerca de casa. Aprovéchenlo, porque en esto del cine nada tiene asegurado el futuro.