Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Feminismo y cocaína

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El otro día me llamaba una amiga casi llorando porque todas las mujeres de su departamento, excepto ella, habían decidido que no secundaban la huelga feminista. «No me lo puedo creer –decía, ella– que haya mujeres que no son feministas». Me recordó a mi 'ex' cuando yo intentaba que dejara la cocaína y él me decía: «Pero si todo el mundo se mete». «No, querido –argumentaba yo– en España un 10% de la población consume, y un 90% no. Lo que pasa es que tú te mueves en un entorno en el que todos lo hacen».  De la misma manera mi amiga y yo nos movemos en entornos en los que todas las mujeres son feministas, y no nos damos cuenta de lo mucho, pero mucho, que nos queda por hacer para convencer a otras mujeres.

Otra similitud entre la cocaína y el feminismo es la tremenda hipocresía que hay al respecto. Yo conozco de momento a dos abogados especialistas en violencia de género que han sometido a sus parejas a un verdadero maltrato psicológico. Todos sabemos de algún 'señoro' que va de muy feminista y luego asciende a su pareja a número dos de su organización o empresa, fomentando así el acoso, pues las demás mujeres entienden que para ascender hay que tener sexo con el macho alfa. O de señores muy feministas en público que luego en privado te vienen con el «la pondría a cuatro patas y la azotaría hasta que sangrara, que me pone muy burro». El otro día escuchaba a una amiga decir que, aunque el día 8 de marzo no iría al trabajo, sí que tendría que llevar al colegio a los niños y no podría participar en la huelga de cuidados pues si no, ¿quién los iba a llevar? Pues tu marido, por ejemplo, ese 'señoro' tan feminista en público y tan machista en privado, que no sabe lo que es llevar a los críos al cole. De la misma manera mi 'ex', aquel que esnifaba coca como una aspiradora, colaboraba activamente en campañas de prevención de drogodependencia, y retuiteaba mensajes al respecto de organismos oficiales, pues su trabajo así se lo exigía. 'Coquero' en privado, probo ciudadano en público.

Otra similitud entre cocaína y sexismo es el inmenso negocio que se hace por el uno y por la otra a costa de los más pobres. Un gramo de coca cuesta entre 50 y 60 euros, aunque en origen no cuesta ni 50 céntimos. El narco se hace millonario a costa de la explotación de toda una cadena de personas que trabajan para él, y de la adicción de millones de personas que necesitan lo que él vende. De la misma manera un sistema sexista obtiene un ingente beneficio a costa de la explotación de las mujeres:  La brecha salarial en España se sitúa en el 30%. Las mujeres cobran un 30% menos por el mismo trabajo. Pero es que además en casa trabajan el doble.

Conozco a dos abogados
especialistas en violencia de género
que han sometido a sus parejas a un
verdadero maltrato psicológico

Casi el 70% de las horas dedicadas a trabajo doméstico las realizan mujeres: las españolas dedican 2,5 horas más que los hombres a estas labores. Y nadie nos paga por ese trabajo. Por supuesto, también el sistema se nutre de una adicción: la adicción al amor romántico, la dependencia emocional de las mujeres, que hace que ellas estén dispuestas «por amor» a trabajar más en casa o a renunciar a una promoción laboral para quedarse en casa con sus hijos. El principal beneficiado es el sistema patriarcal, dado que permite que las mujeres sigan pensando que solo serán felices si tienen a un hombre al lado. El amor romántico sigue perpetuando esa dependencia y esas renuncias porque sigue vendiendo unos roles y estereotipos que sirven para que todo siga como está. 

Amiga que me lees y que no vas a hacer huelga. ¿Seguro que en tu trabajo te pagan lo mismo que a un hombre? En tu empresa ¿cuántas mujeres hay en puestos directivos?, ¿cuántas veces un hombre ha hecho un comentario que te ha desagradado en el trabajo y si te quejabas te acusaban de estrecha o exagerada? Si vives con un hombre ¿os repartís las tareas domésticas al 50%?, ¿quién está al día de las tareas escolares de tus hijos?, ¿quién habla con los profesores?, ¿te atreverías a llegar a casa sola, de noche, por una calle oscura?, ¿te sentirías segura si supieras que lo hace tu hija?, ¿y si se trata de tu hijo? 

Sí, quizá todo eso no vaya contigo. Es lo mismo que le pasaba a mi 'ex' el 'coquero' cuando yo le decía que la coca era mala para él, que creaba adicción, paranoia, alteraciones neurológicas y el grado de dependencia psicológica más alto entre todas las diferentes sustancias psicoactivas. Eso no iba con él. 

Porque él vivía anestesiado. Como tú.