IDEAS

La felicidad de los toboganes

ALBERT ESPINOSA

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Artículo número 367. Me gusta cuando las historias de la infancia explotan en la mente y se muestran casi despojadas de invención. Hablo de esas historias que alguien que te conoció de pequeño te las recuerda ahora y descubres una nueva arista de tu propia presencia en este mundo.

Un amigo me contó hace poco tiempo que su padre le explicó un día que siendo niño, este amigo, bebía siempre a sorbos del tapón del baño. Le gustaba utilizar ese tapón para hacerse chupitos de agua y luego bebérselos.

Era tan extraño y lleno de una poesía tan complicada que me contó que, tras enterarse, enfermó durante dos semanas con fiebre pero que ahora se sentía como renovado...

Pero lo más curioso me pasó a mí el otro día en el parque. Estaba yo con mis dos sobrinas en los toboganes y un hombre se acercó y nos aconsejó... Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercer puesto: Cuando todo está perdido. Genial volver a ver a Robert Redford de protagonista en esta película que no busca engañar. Después de verla, la vida toma ese ritmo...

Segundo lugar: El hombre que plantaba árboles, de Jean Giono. Libro que se lee en 15 minutos pero que su recorrido en tu interior es eterno. Una maravilla que se debería devorar letra a letra.

Primer lugar: Nebraska. Dolorosa, llena de una emocióm y ternura difícil de definir. Una joya que hizo que mi esófago se retorciera de felicidad.

Y aquel hombre se acercó a los toboganes y me preguntó si mis sobrinas bajaban por el tobogán o preferían subirlo a pulso... Me explicó que él tenía la teoría de que según lo que hagas, eso define como serás en el futuro, toda tu personalidad y parte de tu felicidad. No me explicó nada más... Le contesté que una bajaba y otra subía... Lo apuntó en una libreta, las miró y se marchó. De repente recordé que yo siempre subía a pulso... El recuerdo explotó en mi cabeza... No tuve fiebre pero noté una sensación bastante agradable...  ¡Feliz domingo!