tú y yo somos tres

Fascismo virado en rosa

FERRAN MONEGAL

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Ha habido momentos en que parecía un reportaje del '¡Hola!'. La novela de <b>Nieves Herrero</b> 'Lo que escondían sus ojos' ha sido transformada en serie de televisión (Tele 5). Cuatro capítulos, de los que ya hemos visto el primero. El argumento de la producción es el flechazo y la pasión que sacudió a Ramón Serrano Suñer -el 'cuñadísimo' de Franco- cuando conoció a Sonsoles de Icaza, hermosa criatura casada con el Marqués de Llanzol.

Aquel idilio fue un secreto a voces. El objeto de esta serie ha sido dibujar el morbo de esta relación, con un fondo, desteñido a propósito, de nazismo, franquismo y falangismo de la España de la época. El color se han esmerado en ponerlo, exclusivamente, en tan magnífico y prolongado revolcón entre el 'cuñadísimo' y la marquesa. O sea, que le han dado a la serie una mano de pintura titanlac satinado rosa para interiores, y les ha salido un folletín con pretensiones.

Hablemos de la interpretación si les parece. Rubén Cortada mejora, de largo, a Serrano Suñer en estética. Más alto y fornido, desde luego. Pero no han podido arreglar lo del «azul penetrante de sus ojos» como decía Alfonso Arteseros, documentalista que entrevistó al auténtico Serrano Suñer antes de su muerte. Pero bueno, los ojos de Cortada, que son verde aguamarina, también causan mucha impresión. La hermosa <b>Blanca Suárez</b> nos hace una Sonsoles de Icaza muy guerrera. No sé si lo era tanto la auténtica.

Franco le encarna Javier Gutiérrez, actor cuya última imagen televisiva que teníamos de él es haciendo de escudero del 'tortuga ninja' 'Águila Roja'. Con todos los respetos a este excelente actor, su Franco a veces parece de cómic, como inspirado en el de 'Polònia'. Si estuviera hecho expresamente, hasta podríamos celebrarlo como un golpe de sarcasmo mordedor.

El personaje, a mi juicio, más interesante es el Marqués de Llanzol. El actor Emilio Gutiérrez Caba borda a ese ser sabio y prudente que aceptó resignado los cuernos que le puso su esposa. Probablemente no le quedaba otro remedio. Pinceladas de rigor histórico, pocas. Es verdad que no lo pretenden. Se trata solamente de coloreados revolcones, con gritos suavizados de «¡Heil Hitler!» y «¡Heil Franco!» de fondo.

Supongo que en próximas entregas se centrarán en la figura de <b>Carmen Díez de Rivera</b>, hija que Serrano Suñer nunca reconoció. Estuvo a punto de casarse con su hermano sin saberlo. Eso permite escenas de mucho morbo en tan brillante y sonrosada historia.