IDEAS

Viajar en el tiempo

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JORDI PUNTÍ

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Me pregunto cuántos editores querrían viajar al futuro, de ser posible, para anticipar los próximos éxitos de Sant Jordi. Gastarían mucha energía solo para descubrir el nuevo meteorólogo, actor, locutor de radio o 'famoso' que escribirá un libro para sentir de cerca el calor de su público y la emoción de firmar autógrafos. Gastarían mucha energía, digo, y además ya se sabe que los viajes al futuro no suelen acabar bien. Quien quiera saber más detalles, sin embargo, ahora puede leer un ensayo apasionante: 'Viajar en el tiempo', de James Gleick (Crítica). Con una mirada científica, Gleick traza una historia del concepto de viaje en el tiempo, adelante y atrás, a través de la física, la literatura o la filosofía. Desde la máquina del tiempo de H.G. Wells a las piruetas argumentales de la serie 'Doctor Who', el autor domina el material sin prejuicios, y en su análisis caben tanto Jules Verne como 'Regreso al futuro', los versos de T.S. Eliot como los senderos que se bifurcan de BorgesSebald, Mr. Spock y Nabokov salen en la misma página, y el resultado es tan divertido como intrigante.

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"La literatura crea su propio tiempo", escribe Gleick. A veces este salto temporal tan codiciado se halla naturalmente en los libros. Pasas una página, lees una frase y de repente saltas a otro libro por el agujero negro de una palabra. Es lo que me ha ocurrido leyendo 'Farishta', la nueva novela de Marc Pastor (Amsterdam). La trama de aventuras de 'Farishta', una chica que trabaja para una misteriosa compañía rusa en una isla de la Polinesia, avanza en parte gracias a los saltos en el tiempo, a los distintos planos de realidades temporales que se superponen -no estamos lejos de 'Interstellar', la película de Christopher Nolan-. En más de una ocasión, cuando se cuenta el trasfondo teórico de estos viajes, he pensado en el ensayo de James Gleick: las fabulaciones de Marc Pastor se habrían ganado una cita en el libro por mérito propio. "Conocer tu futuro te predispone a repetirlo”, dice alguien en 'Farishta', y la novela se cierra con ese punto poético y melancólico de las historias en el tiempo, donde el final suele ser una ilusión proyectada hacia el infinito.