El explosivo cóctel griego

La victoria de Syriza sería un experimento de lo que supondría un triunfo de Podemos

CARLOS CARNICERO URABAYEN

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En el país que inventó la primera democracia, votar se ha convertido en una pesadilla para las capitales europeas. Este síndrome da cuenta del retorcimiento democrático que vivimos. El escenario que se atisba en Grecia es explosivo: el país que más se ha empobrecido y más ha contagiado sus problemas al resto, votará. Y los pronósticos estiman que Syriza, una suerte de Podemos griego, resultará ganador. Las bolsas europeas han experimentado perdidas y los bonos griegos se han encarecido. Empieza la cuenta atrás hasta la jornada electoral del próximo 25 de enero.

Los problemas de la economía griega no eran solo nacionales, pero la UE los trató como si lo fueran. Además de la evidente negligencia de los gobernantes griegos que crearon una gran burbuja y manipularon las cuentas, debemos incorporar el papel jugado por empresas y gobiernos europeos que inflaron el crédito, incluso vendiendo armas a Grecia a sabiendas de que jamás las usarían. Los sobornos en la administración estaban a la orden del día y la mano que pagaba no era solo helena.

Al socorro de la economía griega acudió la troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo) que ha inyectado desde el 2010 240.000 millones de euros, a cambio de aplicar unos drásticos recortes de gasto y subidas de impuestos. Tras seis años en recesión, los costes sociales y políticos han sido extraordinarios. Grecia ha perdido un 25% de su PIB, la pobreza infantil se ha duplicado (del 23 al 40%), la tasa de desempleo es la más alta de la eurozona y los suicidios han aumentado un 43%. Ha aflorado la violencia política y un partido nazi está en el Parlamento. El 84% no confía en su Gobierno. Difícil encontrar otro país occidental con ingredientes más inflamables.

Pregunta clave

Es probable que lo peor haya pasado. El país ha comenzado a salir de la recesión. Crece tímidamente y espera poner fin pronto a los rescates. ¿Merece la pena arriesgar los tímidos brotes verdes para experimentar con alternativas desconocidas? Será la pregunta clave que decidirá el resultado electoral. Syriza, un partido proveniente de la izquierda comunista, ha conectado con la gran impotencia de los griegos al prometer un cambio de rumbo radical en su relación con sus acreedores. Liderado por Alexis Tsipras, inteligente y preparado, Syriza ha devorado a los socialistas griegos (PASOK) y las encuestas pronostican su victoria. De producirse, tendríamos un experimento de lo que supondría una victoria de Podemos en España. Ambos comparten sinérgias y grupo en la Eurocámara.

Syriza propone la reestructuración de la deuda (300.000 millones de euros, el 170% del PIB). A lo que la Comisión Europea responde: "Contemplar no devolver una deuda tan enorme es suicida, no es posible, supondría la quiebra". El pulso estaría asegurado, pero entre partes bien desiguales. David contra Goliat, en una Europa en la que los países del sur han dado nulas muestras de estar dispuestos a actuar unidos para cambiar radicalmente las reglas del juego. Cuando la banca gana pierden siempre los más débiles.