Al contrataque

Exigencia ciudadana

A los ciudadanos nos toca también subir nuestro nivel de exigencia

ANA PASTOR

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¿Cuándo empezó todo? ¿Cuándo se rompió el hilo? ¿Cuándo dejamos de creer que todo era normal? ¿Cuando dejamos de aceptar lo inaceptable? ¿Cuándo pusimos los primeros límites? ¿Cuándo recompusimos el concepto de decencia? Para algunos, la respuesta es el movimiento ciudadano 15-M; para otros, las elecciones europeas de mayo pasado. Mirando el histórico del Centro de Investigaciones Sociológicas encontramos que la corrupción política comenzó a aparecer entre las principales preocupaciones ciudadanas en 1995. En aquel momento, casi el 80% de los ciudadanos consideraban el paro el principal problema, y por detrás el terrorismo (34,8%), la corrupción (26,3%) y la crisis (23,3%). Unos meses después de que se hiciera público este barómetro, Felipe González salía del Gobierno y 9.716.000 ciudadanos daban su apoyo a José María Aznar para entrar en la Moncloa. Diecinueve años después, nuestro país es otro. Primera obviedad: no hay más que comprobar que el terrorismo ha desaparecido de esa lista de preocupaciones.

La palabra de moda

Pero la corrupción y la clase política han vuelto a entrar en el ranking. El pico más alto lo vivimos en el 2013. El cabreo ciudadano estaba en su punto más alto. En los últimos meses de este año se ha vuelto a disparar, otra obviedad. Por eso llama la atención que a nuestros dirigentes se les llene la boca con la palabra de moda, regeneración. Es más, gracias al trabajo del equipo de El Objetivo hemos comprobado que llevan años con esa cantinela. En el archivo hemos encontrado que desde hace más de 20 años usan ese argumento unos contra otros. Palabras. Pero nadie se ha puesto a ello. Los políticos son ciudadanos también. Pero si preguntamos en la calle a quienes no tienen ninguna responsabilidad pública, seguramente se aplicaría el sentido común a la hora de darle la vuelta a este país y proponer medidas concretas. Medidas tan básicas como eliminar ciertos privilegios, que dimitan y den un paso atrás aquellos que están envueltos en casos de corrupción, que se controle el dinero público que reciben los partidos... Medidas normales que se aplican en otros países en los que da la sensación de que hablan menos y hacen más. En ese nuevo acuerdo que los partidos parece que quieren firmar ahora con los ciudadanos, a nosotros nos tocaría también subir nuestro nivel de exigencia. Porque si no, nos quedaremos sin argumento cuando alguien plantee qué hace un alcalde gobernando 20 años si ha sido imputado por un escándalo de corrupción o ha malgastado dinero público en obras absurdas descuidando los servicios básicos. Ese alcalde (de cualquier partido) gobierna porque lo han elegido. Está ahí porque lo han decidido los ciudadanos. No nos engañemos, la regeneración también está en nuestra mano.