LARGO PLAZO

La eurozona imperfecta

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Olga Grau

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El 13 de julio del 2015 los ministros de economía y finanzas de la zona euro se atrevieron a poner por escrito la propuesta de echar a Grecia de la eurozona. La frase apareció escrita en un borrador para ser discutido por los Jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona. Fue, sobre todo, el ministro de Finanzas alemán Wolfang Shäuble quien forzó señalar la puerta de salida a los griegos.

Efectivamente, durante las 72 horas que siguieron a ese momento la moneda europea estuvo a punto de saltar por los aires. Y fue casi un milagro que finalmente asomara un resquicio de sensatez para frenar el desastre. De haberse fracturado la eurozona por la parte griega, se habría roto la creencia de que la moneda única es irreversible y, además, se habría generado un riesgo geoestratégico de primer orden en un país que fue la cuna de la civilización europea, limita con Turquía, está frente a Líbia y es una zona de influencia condiciada por los rusos.

"La crisis griega acaba aquí en Luxemburgo esta noche", proclamó este jueves el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, tras acordar el Eurogrupo el fin del rescate griego y el alivio de la deuda. El mensaje pasará a la historia por su simbolismo. Porque fue la tragedia griega la que puso de relieve con toda su fuerza la fragilidad política del euro y la falta de legitimidad política y democrática del Eurogrupo y de los hombres de negro de la 'troika' para decidir sobre la vida de los ciudadanos europeos. Grecia perdió durante la crisis más del 60% de su PIB, el paro rozó el 30% y sus bancos entraron en bancarrota. El efecto dominó en la eurozona alimentado por los buitres hizo caer a Irlanda, Chipre, Portugal y España. 

Tres años después, con muchos problemas y a trompicones, la zona euro ha salido adelante. La unión bancaria ha entrado en vigor y los bancos europeos ya son supervisados desde Europa con el mismo rasero. El sistema de rescate de bancos en crisis se ensayó por primera vez con el Popular en España y los depositantes, no así los accionistas, mantuvieron intactos sus depósitos. Angela Merkel y Emmanuel Macron anunciaron esta semana un acuerdo para la reforma de la eurozona, que se discutirá en la próxima Cumbre de finales de junio, y que incluye un presupuesto común para el bloque y la reconversión del fondo de rescate en una versión europea del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Quedan todavía muchas cosas por hacer. No se ha logrado abordar la posibilidad de crear eurobonos y mutualizar los riesgos, tampoco se ha avanzado en democratizar más las instituciones europeas, incluido el Eurogrupo, para que representen a los ciudadanos. La misma deuda de Grecia, que supone el 180% del PIB, es impagable, pero Alemania no ha querido ni hablar de una quita. Los países del euro deben avanzar en más unión económica y política para evitar que en las próximas crisis, que vendrán, se rompa el euro. Los efectos de una crisis que ha durado una década han sido el germen de los populismos. No nos podemos permitir más errores.