NÓMADAS Y VIAJANTES

Una Europa sin disfraz

RAMÓN LOBO

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Todos han perdido: GreciaAlemaniaAlexis Tsipras, Angela Merkel, Europa, la confianza. El gran problema de la UE es que todo se mueve en un cortoplacismo desesperante, en un parcheo impropio de un proyecto de tanto calado. Desde que estallara la crisis económica en el 2008 no hay un plan político definido. La UE vive en el abismo, más atenta a los mercados que a las urnas.

Haya o no Grexit, que nadie descarta que pueda haberlo en semanas o meses, Europa ya ha mostrado sus peores defectos, que van desde la arrogancia del norte a la liviandad de la socialdemocracia, que en tiempos no tan lejanos, los 80, por ejemplo, fue impulsora del sueño común. Para muchos, Europa ha dejado de ser la solución de sus problemas cotidianos para transformarse en una desagradable madrastra que solo exige más ajustes sin importarle el sufrimiento.

Pierden Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, porque pase lo que pase, el dios ajuste sale tocado. Una de las patas de la troika, el FMI, una organización que no se distingue por la empatía, ha reconocido que la deuda griega es impagable, que será necesaria una quita. Pierde Merkel porque si hubiera Grexit pasará a la historia como la líder que no supo o no se atrevió a liderar. Pierde la cancillera alemana porque si acepta el plan de Syriza tendrá que enfrentarse a su Parlamento y a su electorado, que tras meses de titulares xenófobos en su prensa basura, ha terminado por comprar el discurso racista: solo el 10% de los alemanes quieren que Grecia siga en el euro a costa de las ayudas.

Victoria pírrica

Hablan los alemanes y algunos de sus satélites de pérdida de confianza en los dirigentes griegos, y la hay, pero también de los ciudadanos en sus dirigentes de la UE. En este baile de declaraciones, nadie aclara dónde ha ido el dinero de los dos anteriores rescates. Es un trabajo que los periodistas no estamos haciendo y en el que habría que insistir: se ha rescatado a los bancos alemanes y franceses, sobre todo, no a los ciudadanos griegos.

Pierden Grecia y los griegos tras un pulso de varios meses porque tendrán en el mejor de los casos tres años más de ajuste sin un futuro claro. Pierden Syriza y su líder, Alexis Tsipras, porque han comprobado sus limitaciones; no bastan las promesas electorales ni tener un ministro rockstar como Yanis Varoufakis para hacer frente a «los chacales», como los definió Kostas Pliakos. Pierde Grecia porque aún no ha reconocido lo esencial: los culpables del desastre del país en el que viven son ellos, como somos los españoles de haber permitido, y seguir permitiendo, la corrupción sistémica.

Han ganado los chacales, pero es un victoria pírrica, que esto también lo inventaron los griegos. Ganaron los fuertes al precio de mostrar sus debilidades. Es difícil negociar cuando el BCE tiene tu sistema bancario agarrado por el cuello. Han perdido los acreedores porque el mecanismo de la caja china, de la trampa, ya es visible para todos los ciudadanos. Las victorias pírricas necesitan meses, o años, para contabilizarse como derrotas.

Tsipras ha cedido, o claudicado como asegura Paul Peston, de la BBC. Ha sacado su coche de la línea de colisión en el último instante dentro del juego de la gallina. Tsipras ha faltado a sus promesas, ha terminado por aceptar una realidad política con la que lidiaron con más o menos fortuna Samarás y Papandreu. Pese al voto del Parlamento (251 de 300 diputados en favor del plan de recortes y subidas de impuestos ofrecido a Bruselas) tendrá contestación en la calle. Pero la calle está exhausta. El corralito de estos días juega a su favor.

Gobierno técnico

Pero Tsipras también es quien menos ha perdido. Convocó su referéndum y lo ganó. Son dos victorias en una: poder celebrarlo sin que te den un golpe desde Bruselas y coloquen a un Papadimos al frente de un Gobierno técnico, como sugería el líder de los presuntos socialdemócratas europeos, Martin Schulz; la otra es ganarlo con el 61% de los votos y que la mayoría de ese no al ajuste fuera en realidad un  a permanecer en Europa.

Gracias a la consulta, Tsipras se dotó del apoyo y la legitimidad que necesitaba para hacer concesiones sin perder la dignidad. Syriza ha logrado más éxitos en su derrota: poner a Merkel en dificultades, dividir a los acreedores y que se discuta sobre la quita aunque lo llamen reestructuración.

La Europa social, la Europa de los ciudadanos y todas esas cosas tendrá que esperar. De momento, seguimos con la Europa de los mercaderes, pero sin disfraz.