La guerra de los títulos académicos

Estoy defraudado

El embrollo de los másteres ha puesto en evidencia la ambición de poder de nuestros políticos

Carmen Montón ministra de Sanidad,  en la rueda de prensa anunciando su dimisión.

Carmen Montón ministra de Sanidad, en la rueda de prensa anunciando su dimisión. / .44996227

Carles Sans

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Todo este embrollo de los másteres no ha hecho más que poner en evidencia la ambición de poder de nuestros políticos, dejando bien patente que lo que en realidad les importa no es arreglar los asuntos urgentes, que no son pocos, sino acosar y derribar al partido adversario utilizando la manipulación dialéctica más perjudicial contra él. Lo demás parece secundario. En un reciente artículo, Sergi Pàmies mostraba la patraña de la política haciendo ver, por ejemplo, cómo son de incomprensibles las dilaciones con que se andan con el tema de Catalunya los gobiernos de Torra y de Sánchez. Mientras ambos andan muy preocupados, eso sí, especulando con una reunión más o menos cercana para ver cómo resuelven este asunto, Pàmies se preguntaba: “¿Por qué no se reúnen cada día desde hace meses hasta encontrar la salida que tanto urge? ¿Cómo se explica ese ‘ahora sí, ahora ya veremos’?”.

Hay días en que la política me defrauda, me hastía. Y es que con los años he acabado viéndole la trampa y el cartón; incluso el cartón de los llamados partidos nuevos que aparecieron para derribar las viejas formas de la política bipartidista que sufríamos, y resulta que están empozoñándola y enrevesándola como siempre han hecho los que ya estaban. Ni Cs ni Podemos parecen querer cambiar los antiguos patrones: les veo muy empeñados todos en ubicarse donde los demás se hallaban confortablemente situados hasta ahora. Con el asunto de los másteres, en estos últimos días las imágenes de los líderes acusándose todos contra todos ha sido deprimente. En un fuego cruzado dentro y fuera del Parlamento, se ha visto bien claro que aquí han venido para hacer política de partido y no la política de Estado que el país necesita. La verdad no pertenece a la razón sino al bando al que pertenezcas: todo parece sustentarse en una gran mentira construida a base de muchas otras. Así me dijo un día un político recién llegado al Parlament: “No es del todo real. Siento como que es un gran teatro, una gran representación cara a la galería”. Pues eso.