LA SENTENCIA DE 'LA MANADA'

¿Si esto no es una violación, qué es una violación?

El análisis jurídico está centrado en cuanta violencia fue capaz de ejercer la superviviente para evitar la agresión sexual

Protestas La Manada

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GEMMA ALTELL

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Indignación, impotencia, indefensión… todo esto y mucho más sentimos las mujeres después de escuchar la sentencia de 'La manada'mujeresLa manada. Pero todas estas emociones no nos impiden hacer el análisis racional de las implicaciones de esta sentencia y sus consecuencias sociales.

El mensaje que transmite el sistema judicial con esta sentencia es que, aún en el caso de prácticas sexuales tan extremas sin consentimiento y bajo coacción, no podemos hablar de violación. Eso quiere decir que todas las violencias sexuales que estamos intentando visibilizar desde hace años quedan reducidas a una mera anécdota. Este es el mensaje que manda la justicia  a las mujeres en este país: hijas, sobrinas, amigas, nietas, compañeras, madres... Nos dicen que aunque nos manifestemos reivindicando nuestros derechos, aunque tomemos conciencia de que no somos objetos sexuales, aunque nos empoderemos en nuestra propia sexualidad, siempre deberemos jugarnos la vida para que una violación sea vista como tal. El hecho de denunciar -fruto de ese empoderamiento y de creernos que vivimos en un Estado igualitario de derecho- no es suficiente.

El análisis jurídico realizado no está centrado en las prácticas sexuales forzadas y el contexto intimidatorio, está enfocado en cuanta violencia fue capaz de ejercer la mujer superviviente para evitar la violación. La situación en sí misma es una violencia. El grado de oposición mostrado por la mujer superviviente -que a su vez podría haber producido un grado mayor de violencia en los perpetradores- es otra cuestión que tiene que ver con los mecanismos psicológicos de afrontamiento y supervivencia, pero no con la gravedad del delito. La sentencia debe hacer referencia al hecho acaecido no a las reacciones en cadena que devienen de ese acto.

Justicia patriarcal

No es una cuestión técnica. Es ideológica. Tanto en la redacción del Código Penal como en la aplicación de la ley por este Tribunal. Cuando pretendemos que la justicia es neutra al género nos olvidamos que está construida dentro de un sistema patriarcal que legitima unos privilegios y una determinada mirada sobre las mujeres -hoy en día edulcorada- pero donde persiste la penalización moral ante según qué comportamientos, como salir sola de noche y estar borracha. Estas son algunas de las consecuencias sociales más importantes que se desprenden de esta sentencia: el mensaje social de impunidad hacia estos delitos que transmite la mayor vulnerabilidad y desprotección -si cabe- que sentimos hoy las mujeres, y el mensaje de  normalización de las violencias sexuales que ni siquiera recibirían el nombre de abuso sexual, bajo esta lógica jurídica.

Mi hija de 15 años me decía ayer: "Si esto no es una violación, ¿Qué es una violación? Como sociedad estamos fatal". Hace poco menos de un mes había salido como una más, como todas nosotras, a la histórica manifestación del 8 de marzo con la esperanza de crecer en un mundo más justo y feminista. Que desconcierto, que vergüenza.