El mercado literario

Este libro es malo

La mayoría de las obras que aparecen en la listas de más vendidas por Sant Jordi son una filfa

Imagen del día de Sant Jordi en Barcelona.

Imagen del día de Sant Jordi en Barcelona. / ALBERT BERTRAN

ISABEL SUCUNZA

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Hay una curiosa tendencia bastante generalizada a ponerse a la defensiva ante la afirmación, la haga quien la haga, de "este libro es malo". Prueben a decirlo por Twitter; yo, cuando lo he hecho, me he encontrado con reacciones que van desde el intento de llevarme a un terreno personalísimo (una vez me respondieron: "Pues a mi madre le gustó, ¿le estás llamando tonta a mi madre?") hasta el de aplicarme una especie de ley Godwin descafeinada (hace un par de días me acusaron de estalinista por decirlo, y todo el mundo sabe que Stalin, en el imaginario popular, no suma tantos puntos de maldad como Hitler).

La cosa es que con la publicación de los títulos más vendidos de Sant Jordi se ha despertado una discusioncita bien interesante sobre lo bueno y lo malo en lo que a calidad literaria se refiere. Bien. Ahora voy a repetir una cosa con la tranquilidad de que ya la dije antes del día D y que no es esta una información que les estaba ocultando para que ustedes compraran confiados. Ahí voy: la mayoría de libros que aparecen en las listas de más vendidos por Sant Jordi son una filfa.

No estoy hablando porque sí y no estoy simplemente exponiendo mis gustos. Estoy hablando de cómo se hacen las cosas; los libros, en este caso.

LA LISTA DE ANTES Y DE DESPUÉS

¿Saben cómo la lista de más vendidos por Sant Jordi se publica una semana antes de Sant Jordi y luego, pasado el día, coincide efectivamente con la lista de más vendidos real? Pues es porque un best-seller no se hace cuando ustedes lo compran en última instancia sino que ya viene pensado de antes para que ustedes lo compren. Es un poco como cuando las revistas de moda te dicen en febrero que este verano se van a llevar los pantalones de campana amarillos y desde el mes de marzo te encuentras todas las tiendas de los centros comerciales llenas de pantalones de campana amarillos. Vaya comparación, dirán; pero no: los libros no salen de la nada.

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Ahora mismo, el número de ejemplares que se imprimen de una primera edición de una novedad literaria suele oscilar entre los 800 y los 1.000. Si el autor es conocido y la editorial tiene el dinero para hacerlo, esta primera edición puede llegar hasta los 5.000. En Catalunya hay 800 librerías colegiadas (bastantes más si sumamos las que no están en el Col·legi de Llibreters). Piensen ahora cuántos ejemplares de los libros más vendidos este pasado Sant Jordi vieron apilados en las paradas que pudieron visitar y multiplíquenlo por el número de librerías. Salen  más de 5.000 en total. Dirán "ah, pero es Sant Jordi y las editoriales tienen que arriesgar". Sí, pero ¿van a arriesgar a ciegas? Claro que no; van a ir a por la cara conocida, que normalmente no es un escritor serio, y a por el tema de actualidad, que ni siquiera tiene por qué transcendental, por el simple motivo de que suponen que ustedes también van a preferir gastarse su dinero, es lógico, entre 20 y 25 euros concretamente, en alguien que les suene o sobre algo que les llame la atención, y para eso vale un cantante famoso o un periodista mediático, una enfermedad o varios premios disfrazados de literarios, que muchos suelen amañarse también para que recaigan en un mediático, o todo esto último a la vez.

APOSTAR POR LO QUE DA LA GANA

Así que no; ni aquella madre es tonta ni yo soy estalinista ni los libros más vendidos por Sant Jordi son literatura de calidad. No lo son y no lo serán hasta que el oficio recupere ese respeto por la cultura que ha perdido por priorizar el mero negocio, esa responsabilidad hacia el ciudadano que ha perdido en favor del mero consumidor. Aunque también es verdad que nadie tiene ninguna obligación de hacer esto último: cada uno, en su negocio, apuesta por lo que le da la gana.