El turno

¡Están locos, esos galos!

JORDI MERCADER

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Cada vez que uno de esos maravillosos jugadores del Barça recién llegados de países lejanos pronuncia unas breves y tópicas palabras en catalán, muchos lo celebran como si se acabara de dar un paso de gigante en el reconocimiento internacional de nuestra lengua, aunque no vuelva a pronunciar una interjección catalana nunca jamás. Pero cuando el presidente del club que paga a esos mercenarios millonarios pronuncia unas frases en castellano en el Congrés de Penyes, como deferencia a los participantes que no viven en Catalunya, entonces aparecen los santones que guardan las esencias por su cuenta y amonestan aSandro Rosell.

Rosellingresó en Òmnium Cultural en pleno periodo electoral barcelonista y a pocos días de la multitudinaria manifestación independentista. La reprimenda al socio dicen que fue amable, pero convenientemente filtrada para que todos tomemos nota de lo que les pasa a los desviacionistas; y viene a cuento porque dentro de unas semanas se celebrará el encuentro mundial de peñas azulgranas en San Sebastián y no sea que al presidente del Bar-

ça se le ocurra repetir la concesión.

Imagino que para esta próxima ocasión se cuidaráRosellde disponer de traducción simultánea, pero si no lo hiciera y hablara en castellano o en inglés, ¿seríaSandroun mal catalán y un pésimo presidente del Barça, por así hacerlo? Naturalmente que no, digan lo que digan los que simplifican la pervivencia de la nación con el monolingüismo. Más bien aparecería ante el mundo mundial como un catalán inteligente, educado y cosmopolita, cosa que también nos vendría bien.

El catalán tiene derecho a un trato preferencial como el que le dispensan las leyes para garantizar su salvaguarda. Lo que no se merece el país es el celo de ciertos guardianes, que acabará por vapulear nuestra vieja identidad de tierra de libertad. No vayamos a ingresar en los anales del cómic con una historieta en la que los locos no son los romanos, sino los galos. SFlb