Dos miradas

Estallido de cólera

EMMA RIVEROLA

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Haití explota. Muere de cólera y mata de cólera. Haití ya no puede más. Los padres han visto morir a sus hijos. Los hijos han perdido a sus padres. Las lágrimas se han secado y solo queda el inmenso miedo de pensar quién será el próximo. Si tú o esa persona a la que amas y aún sigue viva.

Haití clama. Y se pregunta dónde fueron a parar esas cifras astronómicas de ayuda que gobiernos, organismos, particulares y empresas se apresuraron a anunciar cuando el drama del terremoto copaba los informativos. Nueve meses más tarde, un millón y medio de haitianos sobreviven hacinados en campos de refugiados. Es imposible que toda esa ayuda haya llegado.

Haití muere. La población entera, 10 millones de personas, no está inmunizada ante el cólera y no hay medios para protegerla. Su impotencia es la nuestra. ¿De qué sirven las palabras? Los verbos no incitarán a que llegue la ayuda prometida. Los sustantivos no salvarán vidas. Ni los adverbios pondrán fin a la miseria y la violencia endémicas. Quizá, solo quizá, nos ayuden a recordar por qué, a pesar de la crisis, a pesar de nuestras dificultades, sigue siendo una cuestión de justicia destinar el 0,7% del PIB a la ayuda oficial al desarrollo. En estos días en los que algún candidato se empeña en levantar barreras entrenosotrosylos otros, me niego a pensar que la madre que llora junto a su hijo enfermo no soy yo.