La rueda

Espiar el móvil de la pareja

Dejemos de mirar lo que no se debe porque no siempre es lo que parece

CARLES SANS

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Hace unos días a más de uno le sorprendió la noticia de que un juez condenase a dos años y medio de cárcel a un individuo por haber registrado el móvil de su esposa y haberse bajado algunos archivos de su propiedad. La sentencia no deja de ser chocante por lo extremado, ya que, aunque muchos lo niegan, es muy común que algunas parejas se dediquen a investigarse el móvil ante la duda de lo que pueda contener.

La mayoría de los amigos con los que he comentado la noticia aseguran no haber mirado jamás el teléfono de su pareja. Sin embargo, son millones los que rompen la relación tras leer los mensajes del otro y descubrir que estaban siendo engañados. Las inseguridades y las sospechas hacen que tarde o temprano algunos sientan la irresistible curiosidad de husmear en correos electrónicos, wasaps y chats diversos.

Otro individuo ha sido puesto a disposición judicial por espiar las conversaciones de su novia a través de una aplicación que él mismo había colocado en el móvil que le había regalado. Dicha aplicación le permitía acceder a todas las redes sociales y a los datos bancarios de ella. En internet hay muchas páginas web que explican cómo espiar el móvil de otra persona, y muchas otras de cómo averiguarlo en caso de sospecha.

Dejemos de mirar lo que no se debe porque no siempre es lo que parece. Según una web hay frases como «disfruté mucho, me gustaría repetirlo», «lo pasamos muy bien anoche» o «cada vez estás mejor» que suelen desencadenar un conflicto pero que no necesariamente suponen una infidelidad.

Yo sugiero no fisgar allí donde no se debe y sospechar únicamente de aquellos o aquellas que al marcar tu código de acceso al teléfono, miran con el rabillo del ojo a ver si lo pueden pillar.

Aseguro que los hay, porque los he visto.