Análisis

Esperando a Rajoy

Su estrategia consiste en ganar tiempo para quedarse lo más cerca posible de dejarlo todo como está

ANTÓN LOSADA

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Mariano Rajoy le gusta repetir que una de sus virtudes reside en ser un «hombre previsible». No se fíen. Puro márketing. Mariano Rajoy es un político por completo imprevisible. Si les cuesta creerlo, pregunten a José María Aznar, a Rodrigo Rato o a Esperanza Aguirre. Todas sus víctimas les contarán idéntica historia. Cuando quisieron darse cuenta de que Rajoy no estaba en peligro sino que Rajoy era el peligro, ya estaban muertos.

La primera reacción del presidente siempre consiste en hacer nada y esperar a ver qué queda en la playa cuando baja la marea. El código mariano se muestra tajante en esta materia: la mejor opción consiste en perseverar en hacer nada. Solo conviene actuar cuando se está convencido de poder arreglar un problema sin agravar o crear otro. Rajoy sabe que no tiene a nadie mejor en el banquillo. Hacer nada tiene más ventajas de lo que parece. Nadie puede acusarte de haber hecho algo y al romper la secuencia acción/reacción recuperas el control del tiempo, el bien más preciado en política y por el marianismo.

El presidente aplicó su código ante el mal resultado de las municipales. Hacer poco, cambiar lo justo y aguantar hasta que escampe. Esa continúa siendo su opción favorita porque hace tiempo que decidió jugárselo todo a la carta de economía. Sabe que le otorgaron la mayoría absoluta para que arreglase la crisis y cree firmemente que si nos convence de haberlo logrado ganará las generales. No parece muy probable que vaya a cambiar de estrategia a pocos meses de celebrarse los comicios. Lleva muchos años en este negocio y sabe que solo aseguras dos cosas: desconcertar más a los desafectos y cabrear a quienes se han mantenido fieles.

Dos opciones

Rajoy afronta dos opciones. La que le piden los demás implica una remodelación profunda de caras en Gobierno y partido. Solo la hará si no puede evitarlo. Sabe que el riesgo de que parezca una automoción de censura y le explote en las manos resulta muy alto. La que a él le gusta pasa por retocar un poco el organigrama popular añadiendo un par de nombres y alguna novedad. A día de hoy se antoja la más probable.

Mariano Rajoy eligió a sus ministros al inicio de la legislatura para que le protegieran como candidato y recibieran los golpes por él. No seríaa inteligente desarmarse y salir a campo abierto ahora. Reforzar el blindaje parece lo más sensato.

Prefiere Mariano Rajoy no acometer cambios porque no ve la necesidad. Su estrategia consiste en ganar tiempo para quedarse lo más cerca posible de dejarlo todo como está. Para ganar tiempo abrió la expectativa, forzado por la presión interna y el desfile de muertos vivientes que salía de ayuntamientos y autonomías perdidas. Para seguir ganando tiempo ahora la rebaja, hasta que nos cansemos y dejemos de darle la lata con los cambios.

El baile de amagos, regates y desconcierto al que anda sometiendo a la prensa y parte de los suyos cumple otra función adicional. Se trata de recordarnos a todos quién manda realmente aquí. Por si quedaba alguna duda.