UN PAÍS EN TENSIÓN

España: mucha política, poco proyecto

El poder siempre se ha entendido a sí mismo no como un motor al servicio de la sociedad sino como un dique para resistir los embates de los subalternos

ilustracion  de maria titos

ilustracion de maria titos / periodico

XAVIER BRU DE SALA

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Pedro Sánchez vive de posicionamientos y de expectativas, no de propuestas. Ganó las primarias de su partido gracias al voto masivo de protesta contra la increíble sumisión del PSOE, que consagró a Rajoy a cambio de nada. Si hay mayoría para aprobar los Presupuestos también la había para investir al líder del PP sin el PSOE, pero la presión mediática y ambiental hizo caer al establishment socialista en la trampa de la derecha, en la que cayó con saña fratricida. Ahora el PSOE tiene el mandato de ejercer de oposición en vez de acólito del PP. ¿Cumplirá? Sí, pero con poco provecho.

Una vez resucitado de entre los defenestrados, Sánchez se limita a marcar perfil. Algo más hacia la izquierda con el no al CETA, algo más proclive a integrar a soberanistas, unas gotas de loción centrista de Ciudadanos, un vago recordatorio de la reforma de la Constitución... No concretará nada, en primer lugar porque no lo necesita. En segundo, porque si cometiera el error de proponer cambios de cierta envergadura, le volverían a matar, y nadie ha resucitado dos veces. Sánchez está atrapado entre tres fuegos: la derecha, que se indigna con la discrepancia como si se tratara de insubordinación; <strong>Pablo Iglesias</strong>, emperrado en llevar al PSOE a un terreno al que el PSOE no es capaz de ir; y los perdedores de su partido, los que siempre han mandado en la sombra y ahora le dan cuerda con la soga a punto. 

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ENTRE EL CAMBIO Y EL SOBERANISMO

Sánchez no estaría, ni que quisiera, en condiciones de encabezar un proyecto de cambio para España. Para ir tirando, le basta manteniendo dos frentes. Uno, freír al PP con la <strong>corrupción </strong>y dejarlo en minoría siempre que pueda. Y dos, coquetear con la España del cambio, representada por Podemos el <strong>soberanismo </strong>catalán, pero sin configurar ni de lejos un frente de izquierdas, que debería incluir el derecho a decidir. ¿Oponerse a los designios del centralismo y romper la sagrada soberanía única? ¿Industrializar Castilla? Ni hablar. Política y más política. Solo política en vez de proyecto.

El bloque español de poder, formado por el Ibex 35, los altos funcionarios del Estado que copan la política y el sistema mediático de Madrid, se burla de las tensiones, como si la estabilidad de los países no dependiera de la capacidad de absorberlas y reequilibrarlas sino de su resistencia a ellas. Toda idea de transformación es acusada de destructiva y en consecuencia se debe neutralizar en vez de modular y asimilar. En España, el poder siempre se ha entendido a sí mismo no como un motor de mejora al servicio de la sociedad sino como un dique cuya misión es resistir los embates de los subalternos.

"SIN USTED, MEJOR"

La matriz de la España eterna es tan potente que incluso Pablo Iglesias sintetizó su ideario con la frase final del debate: "España es un gran país, pero sin usted (señor Rajoy) sería mejor". De aquí a un relanzamiento del eslogan 'España va bien' solo hay un paso. Los debates del plenario del Congreso suele ser variantes de una consigna nominalista: "¡Váyase, señor tal! Usted es el problema. Quítese usted que me pongo yo"... El resto, una retórica de conceptos generales que mariposean, si hay suerte, entre datos manipulados a conveniencia por cada opción política. 

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La vida más allá de la derecha es una ilusión vana mientras el PNV no sea de izquierdas. Vana mientras el PNV no opte por modificar la arquitectura de España, algo aún más impensable a la vista del rédito que obtiene de la actual. Vana mientras persista el soberanismo catalán. Vana, pues, pero muy provechosa para alimentar las expectativas de Sánchez mientras se refuerza el dique inmovilista.

IMPERMEABLE A LA CORRUPCIÓN

Los últimos meses han evidenciado la solidez de la derecha, impermeable a la erosión de la corrupción o a la campaña de desgaste de Rajoy contra Montoro. Va para largo la triple alianza entre PP y C’s y con el PNV que entra y sale según le convenga pero que cumplirá con el  compromiso de estabilidad. Una alternativa al frente inmovilista de derechas solo sería posible si Podemos se resignase al papel de escudero del PSOE, en simetría con C’s respecto del PP, sea dicho en palabras de Iglesias. Y encima faltaría que en otoño el independentismo se dividiera y se hundiera en una profunda depresión. Ya que hoy por hoy nadie es capaz de anunciar estas circunstancias, y dado que el desplazamiento de Sánchez hacia la izquierda no puede pasar de las invocaciones contra la desigualdad y una fantasmagórica reforma de la Constitución, deberemos reafirmar la conclusión anunciada en el título. Mucha política, poco proyecto.

En España, el poder cambiará algún día de manos, pero no de rumbo. No sin un cataclismo.