ANÁLISIS

España hace el trabajo sucio de Erdogan

Protesta en Estambul por la detención de Yalçin, el pasado día 13.

Protesta en Estambul por la detención de Yalçin, el pasado día 13.

Ramón Lobo

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Algo falla cuando un Gobierno democrático (España) accede a las exigencias de otro que no lo es (Turquía) para que le haga el trabajo sucio de perseguir a disidentes. Algo falla en el sistema de Interpol cuando se cursan órdenes de busca y captura sin diferenciar los delitos. No es lo mismo matar que criticar a un poder abusivo. Una justicia sin contexto es injusticia.

La policía española ha detenido este mes a dos intelectuales turcos, el periodista Hamza Yalçin y el escritor Dogan Akhanli, que se arriesgan a una extradición. Resuelva lo que resuelva la Audiencia Nacional, el Gobierno de Rajoy tiene la última palabra.

En Turquía manda Recep Tayyip Erdogan, el que fuera un prometedor alcalde de Estambul en los 90 y representante de un islamismo moderno, democrático y moderado. En sus 11 años de primer ministro (2003-2014) y en los que lleva de presidente (desde 2014) ha derivado en un ególatra al que solo le interesa conservar el poder a cualquier precio.

Tras sobrevivir políticamente al fracasado golpe militar del 15 de julio de 2016, Erdogan aparcó las formas y transita sin complejos hacia el papel de sultán-dictador. Ha purgado, con la detención o la expulsión de sus puestos de trabajo, a más de 100.000 funcionarios, jueces y profesores. También ha cerrado decenas de medios de comunicación y encarcelado a más de 300 periodistas. En la nueva Turquía solo hay sitio para los incondicionales del presidente.

Dos momentos clave

Hay dos momentos clave para entender la deriva autoritaria de Erdogan. En junio de 2015, su partido perdió la mayoría parlamentaria de dos tercios que le permitía redactar la Constitución a su medida. Culpó del fracaso al emergente Partido Democrático de los Pueblos (izquierda laica más kurdos), que obtuvo un 10%. Para resolver el contratiempo rompió la tregua que mantenía con la guerrilla kurda del PKK y celebró nuevos comicios en noviembre de ese año. El clima bélico le dio la mayoría que buscaba.

El segundo es la guerra civil de Siria, en la que ha jugado todas las bazas contra Basar el Asad, algo que le ha enfrentado a Rusia. Su frontera ha sido y es paso obligado para el petróleo de contrabando del Estado Islámico, además de tránsito para los combatientes extranjeros. La guerra contra sus kurdos la ha extendido contra los kurdos de Siria, que juegan el papel de aliados de EEUU en el terreno. Desde el fracasado golpe, Erdogan entendió dos cosas: Obama y algunos países europeos le querían fuera del poder y que Putin era su única opción. Aún es pronto para saber qué piensa Trump de una zona que no comprende.

Ya escribí que Hamza Yalçin es periodista y turco, una combinación peligrosa. Lleva preso en Barcelona, en Brians-1, desde el 3 de agosto por orden de la Audiencia Nacional. La alarma de Interpol saltó en el aeropuerto de El Prat cuando se disponía a volar a Londres. Procedía de Grecia e Italia, donde no tuvo problemas. No es la mejor imagen para España.

Los jueces

Yalçin ha tenido mala y buena suerte. La buena es ser sueco además de turco, país en el que vive desde 1984, y que presiona para obtener su libertad. La mala que le ha tocado de juez Ismael Moreno, el que mandó a prisión sin fianza a Alfonso Lázaro de la Fuente y Raúl García Pérez por enaltecimiento del terrorismo. Ya saben, los titiriteros de La Bruja y Don Cristóbal. Yalçin se enfrenta a una demanda de extradición. Turquía vistió su demanda de captura con un poco de terrorismo, que siempre ayuda, al menos con el juez Moreno. Para Ankara terrorista es todo lo que huela a kurdo, la principal minoría del país, o disidente.

Akhanli tampoco ha matado a nadie. Su delito es criticar al presidente turco, costumbre que mantiene desde 1980, mucho antes de la llegada al poder de Erdogan. Desnudar las miserias del poder es su trabajo como intelectual,. Estuvo en una prisión militar en 1985 y 1987 donde fue torturado. Desde 1991 vive en Alemania, país que le concedió el asilo y posteriormente la nacionalidad. También hay una orden de detención de la Interpol contra él. A diferencia de Yalçin ha tenido suerte, le tocó el juez Fernando Andreu, menos rígido, que lo puso en libertad provisional mientras que se decide la extradición.

Donde el juez Andreu no ve riesgo de fuga, el juez Moreno sí, por falta de raíces en España. No hablamos de criminales, solo de dos personas que viven del peligroso arte de pensar y escribir. Ninguno había tenido problemas hasta ahora en sus numerosos viajes por Europa. Dogan tiene como buen pensador un gran sentido del humor. Dijo que ser detenido en Granada, la ciudad de Federico García Lorca, resultaba una experiencia poética.