Análisis

Eso de Catalunya es un coñazo

Eso de aquí y ahora, en gran parte, ha pasado, está pasando, porque muchos nunca se pararon a escuchar

Manifestantes ante la sede de laConselleria d¿Economia, en la ramblade Catalunya de Barcelona,

Manifestantes ante la sede de laConselleria d¿Economia, en la ramblade Catalunya de Barcelona, / periodico

ISABEL SUCUNZA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estoy  hasta los mismísimos de oír y leer de gente de fuera que esto que está pasando aquí, en Catalunya, es un coñazo. Hasta los mismísimos. Y más si viene de años de decir primero que esto de Cataluña era cosa de cuatro colgados, años de decir después que no iba a ninguna parte y, ahora, meses de repetir que el referéndum que se va a hacer –o intentar hacer o yo qué sé– este domingo es ilegal. Y que no se va a hacer. Y que si se hace no va a contar porque, ya ves tú, van a ir a votar los cuatro colgados del principio. Y vuelta a empezar.

Lo único que sé es que mientras algunos repiten todas estas cancioncitas que, a su vez, seguramente eran cancioncitas repetidas de lo que han escuchado o leído en los medios, aquí se ha ido construyendo algo: legítimo en sus inicios o no, coincidente en el tiempo con factores más o menos turbios que pudieran hacer pensar que todo esto respondía a los intereses de unos pocos o no, pero que, seguro, ha sido legitimado después por una voluntad popular constante, insistente, cada vez defendida por más gente, una voluntad multitudinaria, incluso, al final, que cree que tiene más que perder quedándose que yéndose.

Es un movimiento popular este que, además, ha ido creciendo ateado en buena parte precisamente por el descrédito, el ninguneo y la superioridad ejercidos por quienes ahora están jaleando al grito de «a por ellos» a todos esos coches de gente armada que salen estos días de muchas ciudades de España hacia aquí para hacer frente con violencia a una violencia que aquí, ahora mismo y desde el principio, no ha existido.

Un amplio abanico de voces

Lo peor es que todo se ha ido retransmitiendo en tiempo real por las redes. Los medios de siempre lo han hecho también de una manera absolutamente tendenciosa, pero no estamos en los 80 ni en los 90: hay wifi en casa, en el trabajo, en todos lados, y ha habido tiempo de sobra –esta no ha sido una revolución por sorpresa– para poder ir contrastando fuentes de información y acabar eligiendo las más fiables. Todo el mundo, además, ha podido hablar con amigos de todo el mundo: los de distintas ideologías, los de distintas generaciones, los que están viviendo esto en primera persona, los que tienen una visión más general... Las posibilidades de comunicación, ahora mismo, hacen que tengamos un abanico de voces a nuestra disposición que nunca había sido tan amplio ni tan variado; era solo cuestión de pararse a escuchar con un poco de criterio.

Así que apaguen la tele, que no compren más periódicos y que no vuelvan a sintonizar la radio hasta el martes o el miércoles que viene, cuando ya haya pasado el día D. Después ya, si eso, que vuelvan todos a conectarse y que decidan qué 'hashtag' nos ponen: un #totssomCatalunya un #catalanesnovolváis..., lo que vea cada uno según para donde se haya decantado la cosa.

Pero que no vuelvan a decir que esto de Catalunya ha sido un coñazo, porque esto de Catalunya, en gran parte, ha pasado, está pasando, porque muchos nunca se pararon a escuchar.