Al contrataque

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Ana Pastor

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Recuerdo que el primero que me habló de lo que estaba pasando fue mi hermano Edu. El que teóricamente estaba menos conectado de la familia con la información nos insistía desde hacía semanas en que algo se estaba cociendo. Era habitual oírle hablar de su poca cercanía con los políticos que teníamos. Todo le parecía mal y no salvaba de su crítica a nadie. Yo debatía mucho con él cuando nos veíamos, pese a que intentaba entender sus argumentos. Desde luego, no pensaba que hubiera tantos y tantos Edus con ese nivel de desencanto. Me equivoqué. Me faltó olfato. Lo admito. Así que cuando, meses después, llegó aquel 15 de mayo del 2011 y Edu acertó en sus predicciones, constaté una vez más que tenía que escucharle con más atención. La Puerta del Sol de Madrid se llenó de gente de la misma edad que él, pero también de muchos otros mayores y de familias a las que oí aquellos días repetir el discurso crítico de mi hermano. De repente, su voz se amplificó. De repente, el todos son iguales se convirtió en un no nos representan.

Otra gente, otro lenguaje

Por aquel entonces yo estaba aún en TVE y dirigía Los Desayunos. Recuerdo que a la vuelta de aquel verano del 2011 el movimiento 15-M seguía teniendo mucha fuerza y en España entrábamos en la campaña de las elecciones generales que provocarían la mayor derrota del PSOE y la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa. Tras debatir con Fran Llorente cómo íbamos a afrontar la precampaña, decidimos contar con el 15-M en las entrevistas que hacíamos entonces. Recuerdo que aquello no gustó nada en algunos círculos de poder. ¿Por qué dábamos voz a quienes no tienen representación parlamentaria?, nos reprocharon. ¿Les suena? Hay cosas que no cambian. Invitamos a representantes de Democracia Real Ya, Carlos Paredes, y de Economía de Sol, Ruth Martínez. La entrevista fue dura. En eso no hicimos distinciones respecto de los políticos tradicionales. Aún se puede ver en internet. La diferencia fue que al salir comprendí lo que tantas veces Edu me decía. En paralelo a lo que los medios contábamos, estaba surgiendo algo diferente. Gente que hablaba otro lenguaje. Gente que nos situaba frente a las contradicciones del incuestionable sistema. Se podía estar de acuerdo o no con Ruth y Carlos, pero era evidente que algo había cambiado. Su discurso podía criticarse por idealista, pero llegaba. Recibí muchísimos mensajes aquel día al terminar el programa. Cosa que no ocurría, o no de la misma manera, cuando venían Carlos Floriano o José Blanco, por poner dos ejemplos.

Han pasado cuatro años. Y mi hermano Edu, el que teóricamente está menos conectado con la información, clavó el resultado de las elecciones europeas en las que surgió Podemos. La noche anterior. Y yo gané varias apuestas gracias a él. Sin ningún mérito. Solo escuchándole.