El epílogo

Escenas de huelga

ALBERT SÁEZ

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Escena primera. Siete de la mañana en la red de transporte metropolitano. Servicios mínimos. Los asientos llenos, pero hay que dividir la demanda por cuatro. Ningún estudiante. Muchas empleadas del hogar e inmigrantes. Los que no tienen derechos parecen no encontrar razones para defenderlos.

3Escena segunda. Ocho de la mañana en un aula universitaria. El 20% de los matriculados no hacen huelga. La mayoría no sabe por qué. Tan deplorable parece secundar el paro sin buscar razones como rechazarlo sin motivación.

3Escena tercera. Diez de la mañana. Puerta norte de El Corte Inglés en la plaza de Catalunya. Un doble cordón bloquea la entrada. En primera línea los piquetes sindicales. En segunda línea los Mossos. Unas señoras tardofranquistas aplauden a la policía catalana cuando llega. Será la primera vez que lo hacen en su vida. El momento es propio de El show de Truman porque hay más periodistas que policías y sindicalistas. Estamos en la escena de una de las imágenes del día. Todo el mundo cumple escrupulosamente su papel. Los empleados de los almacenes están en sus puestos, pero las puertas no se abren. Todos contentos. No ha habido huelga, pero tampoco han abierto. Quizá lo harán a mediodía. Curioso ritual el de la huelga, donde los defensores se apasionan más que los defendidos.

3Escena cuarta. Mediodía en el Eixample. Todo en orden. Hechas las fotos y los recuentos, la vida se retoma en los comercios y en el transporte privado. Hemos pasado de un ambiente de sábado por la mañana cuando la actividad languidece antes del domingo al de un lunes por la mañana cuando el trajín se retoma lentamente.

3Escena quinta. Seis y media de la tarde. Un bar repleto de culés. Con la cerveza pagan el abono colectivo a Gol TV. Capitalismo popular o marxismo posmoderno. La retransmisión de pago, normal. Roures nunca juega con las cosas de comer. Los juegos se los deja para los diarios de pago o para las teles públicas.