El escenario político en Catalunya
Por un Gobierno catalanista
El Parlament debe ser el espacio para el diálogo y abrir una etapa de colaboración entre los grupos
Enric Truñó
Concejal del Ayuntamiento de Barcelona (1979-1998)
ENRIC TRUÑÓ
Estamos viviendo una situación que, como muchos catalanes, no me hubiera nunca gustado vivir. Los últimos años han terminado en desastre. La Generalitat ha sido intervenida y no tiene capacidad de acción política. Generalitat Tenemos toda la agenda política, económica y social empantanada. No es fácil intuir un camino para seguir adelante.
Catalunya necesita recuperar, a pleno rendimiento, sus instituciones de autogobierno. El largo listado de problemas y retos que tiene planteada la sociedad catalana nos motiva a dedicar todas las energías políticas y sociales a gobernarnos y recuperarnos como país. Sugiero que nos demos cuatro años para hacerlo y que se constituya un nuevo Gobierno catalanista, de amplio espectro para impulsarlo. En concreto, un Gobierno con el apoyo de JxCat, ERC, PSC y los Comuns. Se trataría de volver a encontrar el denominador común del catalanismo para salvar el presente callejón sin salida donde nos encontramos. Este gobierno reuniría el apoyo de 91 diputados que representan más de dos tercios del Parlament.
Obviamente, conozco las importantes diferencias entre estos partidos políticos y las diversas trayectorias que han seguido desde la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010 sobre el Estatut. Es necesario un gran ejercicio de generosidad y de inteligencia emocional para hacerlo posible, basado en un debate a fondo de los retos, las dificultades y oportunidades de un Gobierno de este tipo.
El Gobierno debería centrarse en recuperar la cohesión social y humana de nuestro pueblo, tan dañada por los estragos de la última crisis económica y por las divergencias políticas vividas en los últimos años. Crear el clima para que el viejo anhelo de ser «un solo pueblo», pueda recrearse en la nueva realidad de hoy. Su estabilidad sería clave para activar la capacidad de la administración catalana y de sus trabajadores para que sean un potente motor al servicio de los ciudadanos de este país.
Se tendría que pactar un programa de gobierno ambicioso y concreto para desarrollar durante la legislatura. He hecho el ejercicio de leerme los cuatro programas electorales en los que hay suficientes coincidencias de planteamiento y operativas. A modo de ejemplo:
–Reforzar el sistema educativo catalán, a partir de la inmersión lingüística inclusiva, impulsando las competencias plurilingües y la calidad de los proyectos educativos.
–Recuperar el nivel de recursos para el sistema sanitario para garantizar su calidad con cobertura pública universal para todos.
–Favorecer la competitividad del tejido empresarial fomentando la internacionalización y la innovación. Aplicar el Pacto Nacional para la Industria.
–Garantizar la seguridad jurídica de la ley de Comercio y su desarrollo
–Reforzar el SOC como eje de las políticas activas de empleo.
–Consolidar el modelo de renta garantizada de ciudadanía.
–Desarrollar políticas de inclusión social para atender a los colectivos más vulnerables.
–Aprobación y aplicación del Plan de Vivienda.
–Desarrollar la estrategia catalana de desarrollo sostenible y de lucha contra el cambio climático.
Lo entiendo como un Gobierno político de base técnica con expertos al estilo del Gobierno Tarradellas. Las diversas estrategias de futuro en cuanto a la relación con el resto de España quedarían al margen de la acción del Gobierno, siendo los partidos que mediante su acción política y parlamentaria las concretarían y impulsarían.
Antes, sin embargo, se constituirá el Parlament con la máxima presencia de los diversos grupos en su Mesa reflejando el pluralismo y los resultados electorales. Con la Presidencia para un diputado de perfil de consenso e integrador de la diversidad.
No sobra nadie. No es una propuesta contra nadie, ni de bloque ni de frente. El espacio para el diálogo debe ser el del propio Parlament, que debe abrir una nueva etapa de respeto y colaboración entre los diversos grupos. A tal efecto se facilitaría la tarea del principal grupo de la oposición y se estudiaría la posibilidad de modificar el reglamento para que la CUP y el PP dispusieran de grupo propio.
Por otra parte, será necesario diálogo y respeto mutuo con el Gobierno central para recuperar y completar las posibilidades del Estatut, la suspensión total de las determinaciones del artículo 155 desde el momento de la constitución del Gobierno, recuperar las leyes de carácter social y económico elaboradas por el Parlament y recurridas al Constitucional y la negociación de un nuevo sistema de financiación. En definitiva, volver a hacer del catalanismo social e inclusivo el eje central de la acción política.
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